El 6 de noviembre de 1991 amaneció nublado en Mánchester, como todos los otoños allí desde que el mundo es mundo. El Atleti visitaba Old Trafford tras firmar en la ida de los octavos de final de la Recopa en el Calderón, uno de los mejores partidos de su historia europea, goleando por tres goles a cero al United. Los Diablos Rojos eran los vigentes campeones de la Recopa tras imponerse al Barça en la final de Rotterdam seis meses antes.
Aquel partido fue una exhibición de Paulo Futre y Manolo Sánchez Delgado, a la postre Pichichi de la Liga española al final de aquella temporada 91-92.
Era el Atleti de Luis Aragonés y en aquel curso rozó la Liga, jugó los cuartos de la Recopa y ganó la Copa del Rey. No practicaba juego de posición ni basaba su fútbol en la posesión del balón. Era un equipo de contragolpe. Así jugaban los equipos de Luis Aragonés entre 1974 y 2007. El Luis que conocimos en la Eurocopa 2008 era otro.
Tuvo una maravillosa intuición sobre cómo era la mejor forma de explotar el talento de la generación de los Xavi, Iniesta, Silva y compañía, pero Luis siempre había jugado de otra forma. Pero volvemos a la niebla de Manchester y aquella noche de octubre del 91.
Ese otoño del 91 Sergio Dalma popularizó en España a una chica Vestida de rojo como el United y en punto a las diez. A esa hora la podría conocer en el fondo del bar…
Al fondo de dicho bar y a las diez no estaba Galilea y sí Bernd Schuster para marcar de falta y silenciar el Teatro de los Sueños, neutralizando el gol de cabeza en el minuto cuatro de Mark Hugues. El galés había sido el verdugo del Barça en la final jugada en De Kuip batiendo en dos ocasiones a Busquets padre, sustituto del sancionado Zubizarreta aquel día. Schuster aprovechó una falta en la frontal del área para buscar un lanzamiento a contrapié de Woods, guardameta del United. El balón botó antes y fue inalcanzable para el rubio portero inglés.
La última media hora fue un asedio clásico del fútbol inglés de la época. Balones desde los costados de los laterales, Parker y Blackmore, y faltas laterales botadas por su ya veterano capitán y eterno número siete, Bryan Robson.
Allí emergió un extraordinario Abel Resino que protagonizó el susto de la noche. En un balón que fue a buscar arriba chocó con Pallister y su compañero Donato, cayendo ya sin conocimiento al suelo. Futre corrió el mismo más que en la ida del Calderón para arrastrar más rápido la camilla y llegar hasta el propio Abel y que fuera atendido lo antes posible.
Entró Diego en su lugar y estuvo soberbio, poniendo el broche de oro a la clasificación atlética. El Atleti eliminó al campeón, que ya dirigía Sir Alex Ferguson desde 1986. Ferguson fue verdugo primero del Real Madrid, en la final de la Recopa del 83 con el Aberdeen, y del Barça en la ya comentada final de aquel mismo año 91.
La vuelta de los octavos de final de Champions se jugará en un contexto distinto a la eliminatoria de la Recopa de la temporada 91-92. El Atleti necesita ganar, como ya hizo en el último partido antes de aquel mundo cambiara para siempre en marzo de hace dos años y también en Champions. No tiene que defender un resultado, sino ir a buscarlo.
El siete del United ya no es Bryan Robson y sí Cristiano Ronaldo, en uno de sus últimos intentos de pelear por una competición que dominó con puño de acero mediada la pasada década. El Atleti ya no es el de Abel, Schuster, Manolo y Futre con el eterno Luis Aragonés en el banquillo. Pero ahora lo dirige otra leyenda rojiblanca, Diego Pablo Simeone.
De la cabeza del Cholo y los pies de Llorente, Griezmann, Correa y Joao, dependerá qué dentro de 31 años podamos recordar otra gesta rojiblanca en Mánchester. No será en noviembre y sí en marzo, en otro día que cómo no, amanecerá nublado en Mánchester.
Imagen de cabecera: @Atleti