El pasado verano, el Real Madrid conseguía la vuelta a casa de Usman Garuba, uno de esos tantos cachorros a los que el club blanco ve crecer y desarrollarse antes de que dejen la camada para irse con ese dueño avaricioso llamado NBA, que mucho abarca y, en la mayoría de los casos, poco aprieta.
La pantera de Azuqueca de Henares decidía poner fin a su aventura NBA tras 3 temporadas en las que pasó la mayoría del tiempo en la G-League. Y como no podía ser de otra manera, tenía que volver al Real Madrid. Pero el Usman que volvió era un Usman bien distinto al que se fue. Aquel chaval delgado y atlético que corría bien la pista, que era capaz de emparejarse con “pequeños” y que incluso tenía una mano aceptable para el tiro exterior, no era más que un recuerdo del pasado. Su estilo de juego y su manera de impactar en la cancha habían cambiado por completo, por culpa, mayoritariamente, de su cambio físico. Garuba ha sufrido una metamorfosis durante sus 3 años en EEUU digna de ser escrita por Kafka. Cogió muchísimos kilos, algo importante para poder aguantar a los pívots que juegan allí, pero algo que iba contra su naturaleza por el estilo de jugador que era. No supieron desarrollar bien a Usman y le convirtieron en un jugador con poca confianza, que involucionó en cuanto a recursos ofensivos y calidad en el pase y, sobre todo, esa masa muscular que le hicieron ganar hizo de él un jugador lento y tosco.
Llegados a este punto, el chaval se encuentra en un proceso de readaptación al baloncesto europeo y de volver a cambiar físicamente. Ya nunca volverá a ser ese chavalín delgado que era con 18 años, pero sí es importante reamoldar su físico para que vuelva a ganar velocidad y sea capaz de cambiar en bloqueos y quedarse con jugadores más bajitos y rápidos que él. Esa variante defensiva que te ofrece es algo diferencial. Además, empezó la temporada lesionado y sufrió una recaída, lo que ha dificultado que cogiese ritmo competitivo.
He leído barbaridades de Garuba durante esta temporada, y no me puede hervir más la sangre. La paciencia y el madridismo son conceptos que no casan, pero de vez en cuando no viene mal hacer un ejercicio de paciencia y tratar de entender los contextos, porque los jugadores no son robots, son personas como tú y como yo.
A Usman le ha llevado un tiempo, y aún estamos lejos de ver su mejor versión, pero a finales de marzo ya podemos decir que se ha subido al tren de manera definitiva. Su buen partido ante Milán y su exhibición en el Carpena son buena muestra de ello. Y que nadie pierda la perspectiva, es un fichaje para el medio/largo plazo que va a dar muchas alegrías al madridismo y que le va a solucionar muchas papeletas durante las temporadas. Para mí, es un 5, pero si le pides que cumpla al 4, lo va a hacer, es un jugador de equipo, no se preocupa por hacer números y, además, es cupo. Era un fichaje obligatorio del Real Madrid.
Que nadie dude de que, una vez deje atrás su lesión de forma definitiva, derivada posiblemente del nuevo cambio físico, y empiece a ganar confianza (cuestión de tiempo), Usman Garuba va a ser una pieza muy importante en el Real Madrid.
Está todo el mundo a tiempo de subirse al barco de Destiny Usman Garuba Alari. El capitán, que es la misma persona que escribe esta columna, pasa lista en septiembre de 2025. Tenéis algo más de 5 meses para subiros antes de que zarpe. Mientras tanto, los que ya estamos subidos no paramos de repetir el lema de la expedición: “Usman Garuba, sentarse y esperar”.