Lo de España y Países Bajos fue un viaje en montaña rusa. Se encontró la ‘Roja’ con un hueso duro de roer. Atizaron al combinado neerlandés una y otra vez, pero los golpes venían de vuelta. Los de Koeman le apretaron las tuercas a la campeona. Dos empates, diez goles y un desenlace desde los once metros con seis lanzamientos. La victoria estuvo, nunca mejor dicho, en manos de Unai Simón.
Era imposible distraerse en un encuentro que siempre tuvo una nueva sorpresa reservada. Cuando todo parecía encarrilado en la prórroga con un mágico gol que fabricaron Huijsen y Lamine Yamal, Unai Simón derribó a Xavi Simons. 3-3.
Lo dijo Luis Enrique hace un tiempo haciendo precisamente referencia al portero de Vitoria; la memoria de pez funciona. Unai enmienda cada uno de sus errores sin hacer crecer la importancia de los mismos. Y quizá ese sea uno de los mejores argumentos que explican su manera de hacerse grande en los momentos más decisivos. Se olvidó rápido el guardameta de todo lo que había sucedido antes. Países Bajos tuvo su oportunidad en el último suspiro, pero fue también Unai Simón quien sacó ese disparo. Corazón, y mucha cabeza.
Los penaltis no son una lotería. Que no nos mientan. Metro noventa, templanza, convicción y seguridad. El hombre que susurraba a los balones. Tocó dos lanzamientos, paró el último. Se sacudió la presión de los hombros y volvió a detener el mundo durante una milésima de segundo para poner las cosas en orden. Echó la llave, le cerró la puerta a los neerlandeses. Ahí ya no entraba nadie más, la fiesta había terminado.
Pedri le buscó tras marcar el penalti definitivo que permitió a España su tercera clasificación consecutiva a la Final Four. No dudó el canario en regalarle el primer abrazo. Esos guantes le acababan de ceder la oportunidad de poner el broche de oro a la eliminatoria.
Unai Simón, una vez más, fue héroe. El portero de la selección con más penaltis detenidos en tandas. El que cedió su brazalete a Ferran Torres. El mismo que reflejó su autoexigencia tras el partido. El que, en una temporada donde no goza de todos los minutos deseados, sigue trabajando con ambición y reivindicándose en las grandes noches de apuros. Los peces tienen la memoria muy corta, el fútbol también. Alarguémosla nosotros para recordar, no solo hoy, que Unai Simón volvió a salvarnos.