Al final de cada temporada unos cuantos nombres propios sobresalen por encima de los demás. Son futbolistas que han realizado un gran curso y que, más allá de haber brillado con luz propia en algunas fases del campeonato, han puesto de manifiesto una magnífica regularidad a lo largo de más de 9 meses de competición. Jugadoras imprescindibles para sus equipos, vitales para intentar alcanzar los objetivos fijados allá por el mes de septiembre. Y en algunos casos leyendas vivas de este deporte, que tras muchos años formando parte de la élite del fútbol femenino español siguen demostrando jornada tras jornada un nivel estratosférico.
Este ha sido el año de Geyse Ferreira, que con 20 tantos sigue en lo alto de la tabla de máximas goleadoras de la Primera Iberdrola. También de Angela Sosa y Claudia Zornoza, quienes han aportado hasta el momento 10 asistencias de gol a Betis y Real Madrid respectivamente. De Sanni Franssi, la jugadora más utilizada por Natalia Arroyo en su brillante Real Sociedad. O de Claudia Pina, que ha sabido ganarse un puesto en el mejor Barça de todos los tiempos a pesar de que tan solo tiene 20 años. Podríamos elaborar una extensa lista, pues hay muchos nombres que merecen figurar en ella, pero hoy es de recibo que destaquemos dos por encima de los demás, por su trayectoria y por la temporada realizada.
En Granadilla de Abona sufrieron un importante varapalo el pasado fin de semana. La derrota de su equipo en Lezama pone muy cuesta arriba las opciones del conjunto canario de lograr un billete para disputar la próxima Champions, pero más allá de lo que nos depare el desenlace final la campaña de las futbolistas de Francis Díaz está siendo de escándalo. Todas las jugadoras merecen un reconocimiento, por haber tratado de tú a tú a equipos con presupuestos mucho mayores y con plantillas mucho más amplias. Y de entre ellas me gustaría destacar a una dupla muy especial, la que podríamos catalogar como una de las parejas más letales de nuestro futfem.
Porque sin goles es imposible alcanzar objetivos. Puedes estar bien atrás pero si luego no tienes pegada arriba será muy complicado sumar de tres en tres. En ese aspecto, la pólvora en el Granadilla Tenerife Egatesa tiene nombres y apellidos, atacantes con una gran trayectoria tras de sí y que viven un presente realmente idílico en su relación con el gol. Cristina Martín Prieto y María José Pérez son ya historia viva de este deporte, dos futbolistas muy distintas, peligrosas por separado y letales cuando forman parte de un mismo once. Sin duda dos de las grandes culpables de la gran campaña realizada por el cuadro insular.
Cristina, ex de Sevilla y Sporting Huelva, suma su quinta temporada en las islas afortunadas. Con los 12 goles que ha anotado este curso es la máxima artillera del equipo, batiendo todos los registros obtenidos desde que aterrizó en Tenerife. Una cifra que todavía puede verse ampliada si consigue ver puerta en las dos jornadas que restan por disputarse, midiéndose a Real Sociedad y Levante. Martín Prieto es una killer en toda regla, y así lo ha demostrado desde que viste con los colores azul y blanco, pero también es una fantástica generadora de juego ofensivo, una cualidad en la que destaca este curso habiendo repartido 4 asistencias de gol.
María José, por su parte, es una de las futbolistas más veteranas y más respetadas de la Primera Iberdrola. Pero la edad no es más que un simple número, ya que con 38 años sigue ofreciendo un nivel excelso en todas y cada una de sus apariciones. Ya lo avisó en una entrevista el pasado mes de septiembre: “Hay María José para rato, estoy mejor que nunca”. Y damos fe de que aquello no era hablar por hablar. 11 goles y 4 asistencias en lo que va de año lo certifican, volviendo a superar la decena de tantos tras dos temporadas sin conseguirlo. Una jugadora que, al igual que su compañera de ataque, también acumula 5 campañas en el club canario, donde aterrizó tras haber pasado por las filas del Levante UD, UD Tacuense y CD Charco del Pino entre otros.
Ambas infunden peligro de forma individual, pero como buenas compañeras de ataque se complementan a la perfección. Cristina, veloz, física y corpulenta, con capacidad para pelear todos y cada uno de los balones largos, aquellos que desahogan el juego del equipo en momentos de agobio. Y María José, menuda y hábil, con y sin el balón en los pies. La movilidad personificada, con presencia entre líneas y una especial fiabilidad a la hora de finalizar las acciones ofensivas. Dos piezas muy diferentes para un mismo ataque, que al juntarse encajan a la perfección.
Puede que el Granadilla Tenerife Egatesa se quede a las puertas de disputar la próxima edición de la UWCL, no lo sabemos todavía, aunque el tropiezo en Lezama lo ha dejado a tres puntos de sus rivales con tan solo seis por disputarse. Pero pase lo que pase nadie podrá negar que la temporada de las canarias ha sido para enmarcar. Un año brillante por parte del cuerpo técnico, también de sus futbolistas, pero sobre todo de dos jugadoras que, si por separado son una delicia, cuando se juntan conforman una pareja letal.
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