Si hay algún aspecto que el Everton debe mejorar de la era Roberto Martínez, son los goles encajados. En dos temporadas, los de Goodison Park encajaron 105 goles. Una barbaridad. Funes Mori, en su segundo curso como blue, tiene que empezar a hacerse notar. No ha sido un fijo en los onces y eso que en Argentina si lo es. El pasado año eran Jagielka y Stones los titulares –con un periodo de tiempo del central del City en el banquillo- y este la dupla es la de Williams con el capitán. El argentino ha llegado a pensar en marcharse pero, este lunes, tiene una increíble oportunidad.
Primero, hay que entender el contexto. En el último derbi en Anfield a Mori se le fue la cabeza. El sudamericano, con el equipo perdiendo 2-0, perdió los papeles y entró a Origi de forma salvaje. Su acción le costó la expulsión pero aquello no fue lo peor. Cuando el defensor se marchaba, abucheado por el público red, decidió besarse el escudo de los toffees. Aquel acto, sin embargo, no gustó al aficionado del Everton ya que una bonita muestra de amor a la entidad hubiera sido aguantar el chaparrón con sus compañeros. El Everton acabó humillado, cayendo 4-0.
Asimismo, Mori ha ido entrando dependiendo de las decisiones tácticas del holandés. Con tres atrás el internacional siempre tiene un lugar fijo y con cuatro lo normal es que no esté. Pero en el próximo duelo, será distinto. El capitán, Phil Jagielka, no va a poder estar en el derbi por sanción. Es verdad que, en las últimas semanas, se ha cuestionado el rendimiento del inglés, por lo que Williams –que es inamovible- ha sido acompañado por Ramiro Funes Mori.
Si Jagielka estuviera disponible, seguramente el argentino iba a ver el partido sentado, simplemente porque el primero tiene experiencia y sabe muy bien de que va este enfrentamiento. Pero qué le van a contar a Funes. Ha vivido más de un clásico argentino –Boca frente a River- por lo que comprende lo que es sentir una rivalidad así. Con el decreciente nivel de Jagielka y su sanción, Mori tiene la ocasión de enamorar a su gente. Quién sabe, quizás secando a Firmino o con uno de sus potentes cabezazos que dan tres puntos en partidos de esta enjundia. En Buenos Aires lo han vivido. Podría ser la noche de su redención.