El pinchazo del Everton en el Vitality Stadium fue una sobredosis de realidad. Se habían ganado, previamente, cuatro encuentros consecutivos por lo que la visita a la costa sur, viendo comentarios en redes sociales, parecía sencilla. Pero fue todo lo contrario. Los toffees estuvieron mal con el balón y, por primera vez en la era Koeman, en defensa las cosas fueron aun peor. El Bournemouth disparó hasta dos veces al palo en el primer acto y Stanislas, en su precioso gol, se encontraba libre de marca. Los fantasmas del encuentro frente al Norwich (perdiendo en copa de la liga en su propio estadio) aparecían de nuevo.
El verano, por otra parte, no ha sido sencillo. Llegó Steve Walsh como director deportivo pero la plantilla, tras no conseguir cerrar incorporaciones necesarias, no está completa. El sábado faltó un recambio de Lukaku. El belga no estuvo bien y, viendo la falta de balones que le dieron, el holandés decidió que Enner Valencia le acompañara en la punta en los últimos minutos. Pero el ecuatoriano está fuera de forma y en un club tan exigente las criticas, aunque acabes de llegar, son feroces. Qué decir de Deulofeu, que entró desde el banco, o de Mirallas. Ambos, tras dos jornadas brillantes, están en ese momento en el que las cosas no salen. Y luego está Barkley que merece un parágrafo aparte.
El canterano sufre una crisis de confianza increíble. Intenta regatear y llevar el peso pero sus pérdidas siguen penalizando a su escuadra. No le llamó Allardyce a la última convocatoria de Inglaterra, lo que le provocó muchos reproches al ex técnico del Sunderland. Pero su juego, realmente, no lo merece. Sería de locos, actualmente, desbancar a Lallana o Delle Alli de la selección por su presencia. De hecho a Koeman le preguntaron sobre su actuación después del partido. El neerlandés, visiblemente molesto, contestó: “¿Por qué me preguntáis siempre por Barkley y no por Coleman?” Está claro que Koeman tiene mucho que hablar con él.
El viernes, por otro lado, Goodison Park acoge al Crystal Palace. Los de Pardew llevan tres victorias consecutivas por lo que visitarán Merseyside con la moral por las nubes. Será clave recuperar la fiabilidad atrás, a Baines, que está con molestias, y la mejor versión de cada uno. Lo positivo de la derrota es que ya nadie comenta que el Everton “es el nuevo Leicester”. Si los blues quieren volver a ser un club ganador deben saber dónde está su techo. Y, por el momento, su techo es Europa.