“Yo soy yo y mis circunstancias”. Ortega y Gasset siempre fue un segundón en nuestras clases de filosofía. Es así y fue así, cuando hace 15 años me sentaba en clase. Jamás se estudió como se hizo con Platón, Descartes, Sócrates, Epicuro, Kant o Nietzsche. Apenas le dedicamos media clase, y sabíamos que en Selectividad no saldría.
Como en todo en la vida, al final a uno le quedan las pinceladas del recuerdo y la memoria, siempre selectiva, se queda con aquello que no va a la papelera de reciclaje. Y a mí me quedó esa frase de Ortega y Gasset, que va mucho más allá de lo que creemos.
Aplicado al mundo del tenis, el ‘yo’ es el tenista. El que salta a la pista. El que le da mejor de drive que de revés. El que juega siempre pegado a la línea de fondo. El agresivo, y el que sube a la red. Tan o más importante que el ‘yo’ son las circunstancias. Y las circunstancias son tu entorno: tu pareja, tu entrenador, tu preparador físico, tu familia. Porque le puedes pegar de escándalo a la bola, que si tus circunstancias no te acompañan jamás llegarás a vivir del tenis.
Y a pesar de eso salió un tal Novak Djokovic. Un tenista superlativo. Claramente en el top 3 de la historia del tenis. Y le quedan, como mínimo, 2-3 temporadas al más alto nivel. Un tenista sin fisuras. Un tenista que no baja del notable alto en ninguno de sus golpes. Un resto de matrícula de honor; un revés de escándalo, una derecha profunda y, quizás como única laguna deportiva, una volea de notable alto.
Djokovic convive con sus circunstancias. Con un carácter volcánico que le ha hecho tener muchísimos problemas, y que ha sido criticado dentro del circuito en multitud de ocasiones por sus “lesiones” y su actitud en pista. Convive con Marian Vajda, su entrenador de toda la vida, y con el que rompió para volver tras el experimento de Boris Becker.
Su día a día también pasa por otro entrenador al que se le ocurrió decir que Nadal no tenía ninguna opción en la última final de Roland Garros. Rafa, sutil, contestó con un rosco en el primer set. Y se llevó la final sin perder un solo set, por supuesto. No podíamos esperar unas declaraciones frías y pensadas de Goran Ivanisevic, al que siempre le deberé mi afición por el tenis con ese Wimbledon 2001.
A eso se le suma lo que uno ha visto en casa. Porque no hay mayor ni mejor escuela que lo que ves y vives en casa. El último frenazo (en un coche que va sin frenos ni ABS, faltaría más) lo ha protagonizado su padre, que sin duda podría ser uno de los mayores bocazas de la historia del deporte.
Hablamos del mismo personaje que en 2020 afirmó que ganaría todos los Grand Slam (ganó 1 de los 3 que se disputaron), y que colecciona toda una serie de astracanadas en las que el denominador común es que no hay nadie como su hijo y que parece preguntarse que quiénes son estos tal Federer y Nadal.
Y es que Djokovic probablemente supere deportivamente a Roger y Rafa. En lo que no podrá superar jamás al suizo y al español es en lo intangible: la admiración total y absoluta de toda una comunidad, la ejemplaridad y la elegancia de haber hecho del tenis un deporte que hoy tiene muchos más seguidores gracias a ellos.
En las circunstancias, y me atrevería a decir que también en el ‘yo’, no habrá nadie como Roger Federer y Rafael Nadal.
Vilassar de Mar (BCN). CEO @Gol_Cat | Now in and on fashion | Jugador @RipolletCF | demelogonzalo@gmail.com. Haz lo que quieras, pero siempre #avecclasse