Puede que digan aquello de que la Supercopa no estaba del todo valorada para que nos lleve a la popular reflexión de que uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde. Aunque todo es más sencillo para argumentar el regalo de la competición al extranjero, lejos de la afición de los clubes que la disputan y a pesar de las críticas sociales y al desigual reparto económico. ¿Saben esa cita clásica del cine que Vito Corleone le dijo a Johnny Fontane en el Padrino? “Voy a hacerle una oferta que no podrá rechazar”. En todo esto, hay alguien que gritó aquello de “Show me the money”. Hay Arabia para rato.
En tierras saudíes se frotan las manos, el domingo tienen un Clásico; un claro interés de la transformación del torneo. De este modo, Real Madrid y Barça se van a ver las caras por tercera vez en el presente curso, tras el amistoso en Dallas y el partido de Liga en Montjuïc. Donde caben dos, caben tres. O cuatro, porque todavía nos quedará el enfrentamiento de la segunda vuelta de LaLiga. Quién sabe si algo más.
Los de Xavi respiran, en la incómoda exigencia en la que viven, tras romper la tendencia de ganar por la mínima; tomando algo más de seguridad para afrontar el encuentro. Lewandowski ha aparecido y las súplicas blaugranas rezan para que recupere su estado de gracia. La ilusión del envite la describe el regreso de Pedri, una pieza diferencial a la que tanto se ha echado en falta. La parroquia culé se aferra al descaro de Yamal, a la sabiduría y la lectura de Gündogan entre líneas, a las conducciones de Frenkie de Jong o a los chispazos de rebeldía que puede tener Joao Félix si se levanta con un mood travieso.
Y los de Ancelotti, que todo se lo toman con más calma y tienen más vidas que un gato, son sabedores de sus múltiples soluciones. Huelen a pólvora, si no explotan los de arriba ya lanzarán los petardos los de atrás. Vinicius buscará su protagonismo con un encuentro que pone en alza su motivación y buscará bailar con un Rodrygo que esté dispuesto a desmadrarse. El viejo rock and roll de Modric y Kroos sigue sonando. El alemán, a quien le van a repartir pitos, tiene la precisión en sus botas y en sus palabras. Además, el Madrid cuenta con una pieza poderosa en el tablero: los escandalosos números de Jude Bellingham.
Es un Clásico y, para que sea la cita perfecta, habrá que llevar a cabo los rituales de preparación, escoger el perfume, vencer a los nervios, estar preparado para romper el hielo y tener temas de conversación. Esta ocasión, sin Karim Benzema y sin Gavi, veremos quién paga la cuenta de un romance que perdura en un fútbol que cada vez se parece menos al de nuestros padres y nuestros abuelos.