Siempre es atractivo ver un partido de Community Shield, un duelo en el que se enfrentan los campeones de los dos trofeos con más peso en Inglaterra, la Premier League y la FA Cup. En este caso se enfrentaban el Leicester City y el Manchester United, campeones de los campeonatos anteriormente nombrados respectivamente. La diferencia histórica entre los dos equipos era tan grande en caché, que si el United ganaba el partido, ganaría su 21ª Community Shield mientras que para el Leicester estaba en juego su primera ‘supercopa inglesa’.
La grandeza del fútbol está en que pese al palmarés, la pasada temporada el Leicester City fue campeón de la liga inglesa, 15 puntos por encima de un Manchester United que acabó quinto.
Poco tiempo ha pasado desde entonces pero mucho han cambiado las cosas. Jose Mourinho es el nuevo entrenador del United, y con él han llegado nuevos fichajes muy interesantes, como pueden ser Henrikh Mkhitaryan, Eric Bailly, y sobre todo Zlatan Ibrahimovic, que completó un sensacional debut hace unos días, al marcar de chilena a los 3 minutos de partido, típico de Zlatan. Además, hoy se ha hecho oficial que Paul Pogba ha pasado reconocimiento médico, por lo tanto, está a punto de producirse el fichaje más caro de la historia.
Paralelamente, el Leicester se ha reforzado con jugadores de buen nivel como Ahmed Musa, Bartosz Kapustka o Luis Hernández aunque con menos reconocimiento internacional. Por otra parte, también ha perdido a uno de sus mejores jugadores, Kanté, que se fue al Chelsea después de completar una buena temporada, tanto en el Leicester como en la selección francesa, donde fue subcampeón de Europa. El reto para Ranieri radica en mantener a Vardy y Mahrez en el equipo.
¿Cómo fue la final?
En los primeros compases de la primera parte, los dos equipos mostraron dificultad para mover el balón de manera rápida y fluida, con posesiones cortas, contraataques sin éxito o perdidas en el centro del campo.
No hubo en la primera mitad un equipo que se impusiera de manera notable, por encima del otro, pero así de curioso y maravilloso es el fútbol, que cuando el Leicester City empezó a mostrarse más cómodo, llegó el gol de Lingard, se vistió de Rooney, y, como si llevara 10 temporadas jugadas en el United, cogió el balón en el centro del campo y dejó en total evidencia a la defensa del Leicester, un auténtico golazo, que cambiaba totalmente el rumbo del partido. Los ‘reds’ tomaban el mando, a veces no nos paramos a pensar la capacidad que tiene un gol de cambiar un partido, de arriba a abajo, de desanimar a uno de los dos equipos, y motivar de forma increíble al otro, el poder del gol.
Quizás, el importante factor negativo por parte del United, en los primeros 45 minutos, fue que Ibrahimovic prácticamente no apareció, no se notó su presencia en el partido, pero claro, era su primer partido de futbol inglés, y no es precisamente un juego fácilmente adaptable, así que puede ser comprensible.
Terminó la primera parte con ese resultado, el United ganaba por la mínima.
Ranieri de manera lógica busco meter un revulsivo que le diera la oportunidad de llegar más a portería y metió al nigeriano Musa, por el nipón Okazaki, un cambio con el que ganaba sobretodo velocidad, gol y desequilibrio.
Y así fue, una contra que empezó Musa, acabó en gol de Vardy tras un gran fallo de Fellaini, con el que dejó solo a Jamie delante de De Gea, y bueno, todos sabemos que el bueno de Vardy no falla. Consiguió empatar el partido el Leicester.
El cambio que pretendía Ranieri con Musa, fue emulado minutos después por Mourinho, que también intentó introducir desequilibrio metiendo al joven Rashford en el partido.
Después de no aparecer prácticamente en la primera mitad, Zlatan Ibrahimovic tras fallar una oportunidad clarísima a 10 minutos del final, decidió el partido con un gol de cabeza a centro de Antonio Valencia, en posición ilegal, un gol en fuera de juego, de un jugador que no había aparecido en todo el partido dio el trofeo al Manchester United, así es el fútbol: curioso, increíble, impredecible.
Y así, termino el partido, con la tristeza de unos, que perdían la oportunidad de ganar su primera Community Shield, que tenían las ganas de seguir haciendo historia demostrando que las ganas y el trabajo pueden más que el dinero. Y por otra parte, la alegría de otros, que conseguían el primer trofeo de la era Mourinho en Manchester.