Hay camisetas que pesan más que otras, aunque sean blancas y tengan tejidos ultramodernos para evitar los gramos de sudor. El hecho de ponerse la camiseta del Real Madrid va acompañado de una lupa que engrandece las virtudes y agiganta los defectos. Se trata de un zoom sonoro, corea nombres al unísono de 80.000 gargantas o entona una tormenta de pitos. Para lo bueno y para lo malo, todo está exagerado.
El desastre de Wolfsburgo tuvo un señalado claro: Danilo fue sorprendido con el cuchillo en la mano un instante después del crimen. El brasileño llegó al Madrid con la vitola de titular (31 millones de euros por un lateral no era para menos), la reencarnación diestra de Roberto Carlos. Benítez comenzó apostando por él, pero la adaptación del tímido Danilo costaba más de la cuenta y su competidor por el puesto era de la casa, Carvajal, lo cual disminuía su crédito.
El de Leganés firmó una de sus mejores actuaciones en el Camp Nou, justo antes de ir a Wolfsburgo, así que fue difícil entender la apuesta de Zidane por Danilo. El brasileño pagó su descarrile ante Draxler con una sonora pitada frente al Eibar. Para alguien que busca seguridad, recibir abucheos es llamar a las lágrimas. Parad, por favor.
Frente al Villarreal, Danilo volvió a ser titular en el Bernabéu y hubo un sector de la grada que le pitó al principio y esperó para volver a hacerlo si se le escapaba un control. El brasileño, de 24 años, demostró que quiere triunfar en el Madrid. Fue a más y acabó asistiendo a Modric en el tercer gol. Pero su mejor actuación fue ante los micrófonos, en un más que destacable castellano: «Trabajo para convencer a la gente, siempre que me necesiten yo soy un soldado más para el madridismo». Humilde, voluntarioso y solidario. No digo que deba ser titular, pero sí que tiene hueco en la plantilla del Madrid y mucho margen de mejora. La camiseta blanca pesa, pero si te ayudan a llevarla, puedes volar por la banda.