Que España haya perdido en esta Nations League, en casa ante Suiza, se considera ya hasta normal: no está siendo una etapa regular de la selección. El cuadro de Luis Enrique, en muy pocos choques, ha dejado actuaciones muy pobres que han provocado que el equipo llegue a la última jornada en segunda posición. Lo positivo es que una victoria en Portugal, aunque parezca ahora mismo utópica, es sinónimo de clasificación.
No fue un partido bueno el de La Romareda. Los anfitriones, como en los peores tiempos de la mejor etapa de este combinado, movieron el cuero de un lado al otro sin hacer cosquillas a Sommer. El guardameta, por cierto, estuvo muy sobrio cada vez que se le acercaron a su meta: es el clásico portero que se viene arriba en los momentos más importantes.
Más allá de los nombres en el once, que serán criticados porque muchos de ellos tienen poca importancia en sus equipos y a causa del pinchazo, lo preocupante fue la falta de ideas en tres cuartos de campo. Los visitantes no tuvieron ni que edificar un muro numantino alrededor de su portería: simplemente disfrutaron con la nula capacidad de sorpresa de España. Tan solo Marco Asensio en el gol, al que se le critica precisamente la falta de verticalidad, sorprendió para dejar en bandeja el gol a Jordi Alba.
Y luego está la zaga. Una vez más, la selección no dio ninguna seguridad en defensa. Que te marquen dos tantos en el mismo partido de esta manera es para hacérselo mirar. Veremos si el seleccionador, para el envite clave en el país vecino, revoluciona el once. Está claro que si estos futbolistas quieren estar en la próxima final four de esta competición, que no acaba de coger ritmo, deben cambiar muchas cosas. El técnico, desde luego, se desenvuelve a las mil maravillas en este tipo de situaciones.
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