El viernes pasado Goodison Park reunía dos conjuntos que venían con rachas muy diferentes. El Crystal Palace llevaba tres victorias consecutivas mientras que los anfitriones habían cosechado dos derrotas –una ante un segunda en su estadio- que ponía en duda el gran inicio de curso. Un triunfo podía colocar al Everton segundo, algo que nadie podía esperar cuando la liga comenzó. Pero los de Pardew tenían armas muy peligrosas.
Que Koeman es un técnico que no tiene una formación fija ha quedado claro desde el inicio. Instauró una defensa de tres en la primera jornada, cambió al 4-3-3 en la tercera –frente al Stoke-, puso doble pivote en Sunderland y frente al Palace jugó en rombo. Muchos de los cambios tienen que ver con el rival. Y el último encuentro es un ejemplo. Los de Selhust Park son un grupo de jugadores físicos con un centro del campo que mezcla trabajo con calidad para que los de banda, que son muy desequilibrantes, filtren centros a Benteke. El holandés decidió sacrificar a Mirallas –que ha menguado en su rendimiento- para que Cleverley ocupara el interior izquierdo del diamante. Barry era el eje, el fantástico Idrissa Gueye ocupaba la derecha y la libertad era para Ross Barkley. El canterano está en un pésimo estado de forma –vuelve a quedarse fuera con la selección- y fue sustituido por el desbancado Mirallas. Arriba quedaba Lukaku –que sigue marcando- y Bolasie, muy móvil, que le acompañaba en la delantera.
Los de Liverpool, seguramente, tras la mini crisis que afrontaban decidieron buscar más control en la parcela defensiva. Cleverley y Gueye, al no tener extremos, estaban pendientes de los peligrosos Townsend y Zaha. El quitar un jugador de banda también daba más responsabilidad ofensiva a Bolasie. El congoleño, cuando tiene su día, puede regatearse a quien quiera. Cuando no lo tiene falla pero en uno de sus mil intentos puede provocarte dolores de cabeza. Las pocas ocasiones creadas fueron por su culpa.
Asimismo, el plan establecido no daba ninguna vida al encuentro que moría entre disputas y despejes. Aun así Stekelenburg, que había cuajado actuaciones estelares, no pudo atajar un remate lejano de Benteke que parecía manso para cualquier guardameta. Ese tanto, que igualaba la contienda, relució cuales son las debilidades de los toffees ya que durante treinta minutos el Everton, con el calor de su gente, no pudo inquietar a Mandanda ni una sola vez. El trabajo de Cleverley puede que fuera bueno, pero ofensivamente no da demasiado. Al ya comentado cambio de Barkley, la otra sustitución fue la de Funes Mori por Oviedo. Los blues no solo no tuvieron ideas sino que evidenciaron que sus suplentes no podían ayudar a desatascar el partido. Los de Selhust Park no sufrieron en Liverpool e incluso pudieron irse con tres puntos.
El próximo mes para el Everton, por otra parte, será clave. Tras el parón tendrá que jugar fuera en tres de sus próximos cuatro enfrentamientos. Y uno es en el Etihad –el próximo partido- y otro en Stamford Bridge. Cuando finalice este pequeño tourmalet todos sabremos cuales son las expectativas de los de Koeman que con un planteamiento muy antagónico al de Martínez ha conseguido poner a su club en los puestos Europeos. “¿Deberíamos estar más arriba de lo que estamos ahora? Por favor piensa sobre ello”. El holandés lo tiene claro. Para ser exitoso primero hay que ser realista.