El Espanyol es colista de la Primera Iberdrola con unos números realmente devastadores. Solo dos puntos de 33 posibles, con siete goles a favor (el segundo menos anotador de la Liga) y 24 en contra (el segundo que más encaja). La salvación se encuentra a ocho puntos, demasiado lejana teniendo en cuenta las sensaciones del cuadro perico. Los números a estas alturas son incluso peores que en la campaña 16-17, cuando estuvo a un paso de descender de categoría. Por entonces contaba con cuatro puntos más (6) y no ocupaba la zona roja.
Aquella se recuerda como la temporada más sufrida de un club que en su sección femenina se ha distinguido por ser uno de los más grandes en la Primera División femenina. Campeón de Liga en 2006 y subcampeón en 2009, 2010 y 2011, puede presumir de ser el más laureado de la historia de la Copa de la Reina empatado a seis títulos con Levante y Barça. En aquella época el Espanyol presumía de contar con algunas de las mejores futbolistas del país: Marta Torrejón, Silvia Meseguer, Marta Corredera, Adriana Martín, Sara Monforte, Maripaz Vilas… y una Verónica Boquete considerada la mejor futbolista española de la historia.
Lejos quedaron esos tiempos. Poco a poco, el equipo perico se fue desinflando fruto de la escasa inversión y perdiendo a sus estrellas. Si en la 11-12 fue tercero con 76 puntos (en una Liga de 18), en apenas dos temporadas bajó hasta la undécima posición con solo 32 (Liga de 16). Se dejó de pensar en grande al tiempo que el resto de clubes aumentaban el presupuesto. La relajación salió cara. Tras varias campañas en la zona media de la tabla y con rumores sobre una posible desaparición, el Espanyol rozó la tragedia en 2017. A falta de seis jornadas solo había sumado dos victorias en toda la temporada con dos entrenadores distintos, Toni Polidano y Luismi Marín. La llegada del tercero, Rubén Rodríguez, obró el milagro: sumó 11 de los últimos 18 puntos para lograr una permanencia de lo más agónica.
Aquel susto dejaba latente una señal: había que reinventarse. Es imposible acercarse ahora a los grandes (Atlético y Barça) ni a la clase media-alta (Levante, Athletic o Real Sociedad) al menos a corto plazo. Pero dejar atrás la mentalidad de equipo pequeño pasaba a ser imprescindible. Lo dijo el propio Joan Bacardit, sustituto de Rubén Rodríguez en el banquillo perico en el verano de 2017 y que, pese al colchón con el descenso, dejó al equipo antepenúltimo un año después. “Ha llegado la hora de desprendernos del victimismo. De creernos el papel de equipo pequeño y de empezar a pensar en grande”, dijo a las puertas del inicio de la pasada campaña.
Meses después anunciaba su dimisión ante la falta de resultados. La falta de gol mermó a un equipo que se estaba mostrando sólido atrás (llegó a dejar a cero al Barça) pero que no conseguía sacar adelante los partidos. Tras nueve jornadas sin ganar y con la zona de descenso a dos puntos, asumió el cargo Salvador Jaspe, un verdadero soplo de aire fresco. Con él a los mandos, las periquitas acabaron en novena posición, lejos del descenso (+10) y con una Eli del Estal en estado de gracia. Había, sin duda, motivos para la ilusión, más si cabe tras varias incorporaciones interesantes (Débora García, Yiyi o Paola Soldevila).
Todo lo contrario. El Espanyol se ha metido en un bucle negativo del que no puede salir. Los fichajes no brillan, Eli vuelve a tener la pólvora mojada y jugadoras clave como Dulce o Paula Moreno han estado más tiempo en la enfermería que sobre el terreno de juego. También la defensa ha perdido enteros con la marcha de una Berta Pujadas confirmada como una de las centrales del futuro. Serios errores atrás han costado puntos que ya no se recuperarán. Jaspe, héroe la pasada temporada, es villano ahora.
Su sustituto, el sexto entrenador que se sienta en el banquillo blanquiazul en los tres últimos años, es Jordi Ferrón. Al contrario que Jaspe, posee una dilatada experiencia en el fútbol femenino español, dirigiendo al Seagull durante cinco temporadas y rozando el ascenso a Primera en más de una ocasión. De él y de sus jugadoras depende que un gigante de la Primera Iberdrola se despierte de una vez por todas.
Foto: @RCDEFemeni
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