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Un estado mental

Jugar a tenis sin confianza es
jugar prácticamente sin nada. Todos, incluso las leyendas, han pasado por esa
etapa en la que el arma más importante de todos los tenistas ha pasado por sus
horas más bajas.

Le sucedió a Djokovic en Indian Wells.
Novak se sinceró en rueda de prensa y confirmó lo evidente: “he jugado como si
fuese mi primera vez en el circuito, con errores imperdonables”.

Nadal también pasó por esa época
oscura, que se suele combinar con épocas en las que el cuerpo tampoco te
responde. Y Federer también, por supuesto; dejando de lado su estratosférico
2017 y su esperanzador 2018, Roger estuvo un lustro sin levantar un solo Grand
Slam.

Deporte solitario como pocos, la
grandeza del Big Four (Federer, Nadal, Djokovic y Murray) ha sido la de ganar
estando mal, sin confianza, aferrándose a la pista, imponiendo su figura,
ganando más por nombre que por su juego en pista. Persistir. Percutir y creer.
Algo que va más allá del estado físico.

Recuperarse de derrotas
dolorosas como las dos últimas de Federer (consecutivas después de su mejor
inicio desde que es profesional), de lesiones que te obligan a parar, como a
Rafa, Nole o Murray y de momentos en los que tu rival no es el que está al otro
lado de la red, sino el que tienes en tu cabeza.

Un estado mental. El tenis. La
vida. 

Vilassar de Mar (BCN). CEO @Gol_Cat | Now in and on fashion | Jugador @RipolletCF | demelogonzalo@gmail.com. Haz lo que quieras, pero siempre #avecclasse

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