En el texto de esta semana
pretendía hacer una conjura sobre la final que tenemos con Las Palmas la
próxima jornada, pero los acontecimientos de este fin de semana me han llevado
a cambiar de rumbo para intentar dar voz a un problema mayor, un problema llamado
Clarence Seedorf.
Nadie confiaba en él en su llegada, y unas jornadas después el
tiempo ha dado la razón a la afición, una vez más. Los números de Seedorf han
hecho buenos a los anteriores inquilinos del banquillo de Riazor, 2 puntos de
18 y tan solo un gol, que además fue en propia puerta.
El fichaje de Seedorf recuerda totalmente a otros dos
entrenadores que pasaron por nuestra liga. Dos leyendas futbolísticas, sin
ningún tipo de experiencia en el banquillo y sin ningún tipo de vinculación con
la entidad: Stoichkov y Tony Adams. Al búlgaro lo sufrieron nuestros rivales
del sur, cuando cogió a un Celta en caída libre al que aparte de no poder
salvarlo, lo condenó al continuar un año más en Segunda.
Por otro lado está Tony Adams, que en Granada dio más vídeos
para El Día Después que aportaciones futbolísticas a sus jugadores. El
resultado de ambos lo conocemos todos, dos equipos en segunda y dos
entrenadores que hicieron lo que se esperaba de ellos, es decir, nada.
Seedorf en Coruña tenía poco que hacer para mejorar la situación
del equipo, pero al final ha conseguido algo más complicado, empeorarla. Se
nota que tiene un gran desconocimiento de la plantilla, pero aparte no ha
aportado nada tácticamente. Su gran virtud hasta ahora había sido por lo menos
su carisma y su educación, pero hasta aquí se equivocó atacando al periodista
Javi Torres en sala de prensa, por el simple hecho de hacer su trabajo.
La victoria del Levante
pone al Deportivo en una situación crítica, ante Las Palmas el equipo tiene más
que perder que que ganar. Antes podía suponer salir de la zona del descenso,
ahora una derrota supondrá poner pie y medio en Segunda.
Posiblemente el equipo
habría descendido igual, pero es innegable que ayer nombres de entrenadores
gallegos, de hombres que conocen lo que es el Dépor, salían a luz, entre
lamentos de no haber gastado así la última bala. Nunca sabremos si esto nos
habría salvado, pero está claro que por lo menos lo habríamos intentado.
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