Cuando llegué a Inglaterra, solía enterarme del resultado del fin de semana del Espanyol los miércoles. Ese era el día que llamaba a casa. Para ahorrar dinero, algún miércoles me lo saltaba y, cuando finalmente hablaba con mis padres, me enteraba si habíamos sacado cuatro puntos o ninguno (estamos en el 1991, la era de los dos puntos por victoria). El fútbol era un resultado porque no se podían ver los partidos, ni siquiera se publicaban detalles de nuestra liga ni de ninguna. Eso sí, los lunes tenían los goles y goleadores de la misteriosa copa anglo-italiana que jugaban equipos de la segunda división de las dos naciones. Era un país encerrado en sí mismo, donde el extranjero era la excepción.
Al entrar en el Biggleswade United (2014) tuve muy claro que debíamos ser un club inclusivo que abriría las puertas a los que quisieran ayudarnos. Por ejemplo, al emigrante español que deseaba experimentar o hacer carrera en el fútbol inglés. Nuestro campo y nuestra sede serían su casa. De hecho, busqué intencionadamente a entrenadores y entrenadoras españolas tituladas que tuvieran ganas de establecer una metodología y una manera de hacer que se identificara con lo que nosotros buscábamos; gente de club, vamos. La idea era juntarlos con chavales británicos que tuvieran ganas de crecer. Echo la mirada atrás y no me puedo creer la locura que montamos en un club que en ese momento tenía solo dos equipos, el primero y el sub23, solo de chicos.
Sin apenas ingresos y aprovechando mis redes sociales, puse un tuit. ¿Le apetece a alguien ayudarnos? Era tender la mano por si por un casual nuestras intenciones coincidían con las de alguna compañía aventurera. Sorprendentemente tuvimos varias ofertas, pero los de Top Eleven (el juego de fútbol online) me pidieron que dejara de hablar con el resto. Desde entonces son nuestros mayores mecenas. Dimos así el primer paso. El siguiente era buscar una oferta atractiva: entre Top Eleven y mi bolsillo, pagamos vuelos y un sueldo a dos grandes entrenadores españoles, y ofrecimos otro tipo de ayudas a otros. Preparamos documentos para que supieran qué hacer al llegar, metimos a cuatro en una casa para reducir los gastos, puse a dos personas de mi empresa (dos ángeles de la guarda, William y Brent) para solucionar todos los problemas, les dimos clases de inglés, les buscamos trabajo. Se convirtió en el mayor esfuerzo de mi vida, y el más gratificante. ¿Sabéis por qué?
Cristian, con pareja, sigue en Inglaterra y acaba de comprarse un piso (es el entrador del primer equipo de chicos). Fran está trabajando en el Northampton Town FC. Sergio Urbano (que tuvo a Guardiola de entrenador) nos dejó momentos imborrables. Quique de Lucas (cuyo fichaje anunciamos en el programa estrella de Sky Sports News) nos ayudó a promocionarnos, al igual que Nacho Novo (el último fichaje español). Bernat lleva dos años y ha montado su clínica de fisioterapia en Biggleswade. Y luego está Carles, Aaaron, Rubén, Enrique, Albert, Cristina, Abraham, Emilio, Alex, Joaquín, Héctor, Aurreko, Nil o Sergio que se pasaron por aquí, les hicimos una casita llena de recuerdos y aprecio, me siguen escribiendo y nos queremos un montón. El fútbol me ha llenado la bolsa de cariño. Por eso es lo más gratificante de todo.
Ahora somos unos 250 en el Biggleswade United, entre jugadores y entrenadores. Y los que quieran venir, en una época en que cuesta imaginarse el futuro, deben saber que seguiremos aquí recibiendo su energía y ganas de crecer.