No sabría por dónde empezar este perfil. Me siento a escribir y mi cabeza se revuelve, a pesar de intentar establecer un orden relativo. Podría empezar por sus cualidades físicas básicas, pero tampoco sería lo que más me llama la atención. Podría intentar tirar de sus números para justificar algo que no quiero. O incluso analizar los réditos que obtienen sus compañeros de algunas de sus hazañas, pero tampoco sería la cima a la que pretendo llegar. Concluyo, Randy Nteka me tiene tan confundido como encandilado porque no lo veo venir.
A veces mi cabeza, que quiere entenderlo todo, piensa que es extraño que nadie haya sacado la chequera tiempo atrás para ponerle más ceros a su cuenta. Hasta eso escapa de la lógica, para beneficio de un Fuenlabrada que le da la llave de todos los reinos. Él elige el del caos, quizás lo que mejor fomenta por lo imprevisible de sus actos. Partiendo de la base de que se acerca más al suprahumano que al standard, tengo especial inquietud por cómo está configurado su disco duro.
¿De qué juega Randy Nteka? Dímelo tú. Mediapunta, segundo delantero, falso banda, medio y tres cuartos… Cómo puede funcionar esa cabeza sin un mecanismo habitual, sin un rumbo fijo, sin unas coordenadas recurrentes, es parte del encanto. Jugar a impulsos en un espectáculo últimamente tan calculado tiene bonus. Por momentos piensas que se sale demasiado de lo ortodoxo, que provoca un paseo por el desfiladero cuando el camino normal es liso y sin desnivel.
Siendo parco y reduccionista alguno dirá que falla lo fácil, que carece de conceptos básicos. Yo contesto que me da igual, esto no es una fábrica de gárgolas. Randy es un animador de entierros y domingos invernales. Es de los pocos que pasa de conducción a estampida y convierte un dibujo defensivo en un garabato. No quedan tantos que desafíen lo que dicen que está bien y eso, además de darle carisma y hacerle peligroso, le coloca en la lista de los más buscados.
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