Hace apenas dos meses, Enes Ünal sorprendió con unas declaraciones de lo más ambiciosas. Acababa de marcar un doblete con la selección turca en el encuentro ante Andorra de la fase de clasificación para la Eurocopa. Eran sus primeros goles representando a su país tras 11 partidos disputados. Motivado por el logro, el jugador del Valladolid dijo en zona mixta: «Mi intención es seguir en Europa para reforzar mi posibilidad de ir a los grandes clubes del mundo. Sueño con jugar en el Real Madrid desde mi infancia. No sé sí podré ver realizado mi sueño pero, pase lo que pase, es algo bueno trabajar para que los sueños se cumplan, luchar para alcanzar el club en el que quieres estar. Eso me hace feliz».
Lo que hicieron muchos tras oír sus palabras fue mofarse. “Si nos vamos a poner así, yo también tengo ilusión porque Scarlett Johansson se case conmigo. Por pedir que no quede”, fue uno de los miles de comentarios que circularon por las redes. En realidad, si su progresión hubiese sido la que se preveía hace unos años, Ünal podría estar jugando ya mismo en el Real Madrid. Al fin y al cabo fichó por el Manchester City con apenas 16 años, cuando despuntaba en el filial del Bursaspor. Como para no aflorar las intenciones de un adolescente. A aquella operación le siguieron hasta tres cesiones en Bélgica y Países Bajos, hasta que explotó en el Twente. Allí firmó 19 goles en 33 partidos, tres menos que el máximo goleador de la Eredivisie, el danés Nicolai Jörgensen. El Villarreal puso los ojos en él y tras negociar con el City, desembolsó hasta 14 millones por el delantero turco.
Para Ünal, fichar por el Submarino fue una decisión fácil. Dejaba a un máximo candidato a ganar Premier y Champions League, pero al fin y al cabo se trataba de un club que no contaba con él y que le habría condenado a otra cesión. Llegar a la liga española era vital, un escaparate inmejorable para ver cumplido el sueño. De sobra es conocido el Villarreal como un equipo ‘trampolín’, capaz de revalorizar a un futbolista en cuestión de meses. Ni siquiera le cambió el gesto cuando, en noviembre, se marchaba cedido al Levante por plaga de lesiones en la delantera granota y falta de oportunidades en la amarilla. La falta de adaptación, los problemas con el idioma, el cambio de sistema y de equipo… nada ayudaba.
Al menos, Enes encontró minutos en el Ciutat. Disputó siete partidos y fue titular en los siete. Entonces tuvo que volver a Villarreal, en crisis goleadora sin Bakambú (se fue a China), con Roger Martínez desaparecido y Sansone lesionado. Fue Bacca quien se hizo con las riendas del ataque groguet, y a Ünal le tocó el papel de revulsivo. Cumplió en ciertos partidos, quedando uno para la memoria: doblete saliendo desde el banquillo para remontar al Atlético de Madrid. Pese a ello, no tuvo la continuidad requerida y en verano ya se le buscaba un nuevo destino. Pese a contar con ofertas en el extranjero más apetitosas, el ariete aceptó la cesión al Valladolid, un recién ascendido cuyo objetivo pasaría, claro está, por la permanencia.
De nuevo la decisión estaba cimentada por el deseo de quedarse en España, de permanecer cerca de Madrid, aunque significara dar pasos atrás en su progresión. Además, siguió los consejos de dos exjugadores del Pucela, Asenjo y Rukavina. Aquella temporada solo firmó seis goles, y aunque los últimos fueron clave para mantener al equipo en Primera División, era un botín demasiado pobre de cara a sus aspiraciones. Le ofrecieron seguir cedido, y volvió a aceptar. Tardó casi tres meses en marcar su primer gol de la temporada, y lo hizo desde el punto de penalti. Convertido en un delantero más de un equipo que le cuesta horrores materializar sus ocasiones en la zona baja de la clasificación, Enes no perdía la esperanza, ni siquiera en el peor momento para albergarla. Confesó que su sueño es fichar por un grande, por el Real Madrid, claro que sí. Y le llovieron las burlas.
Pero es que si no soñamos en grande, aspiraremos a la mediocridad. Ünal tiene en Luka Jovic su mayor espejo: un futbolista que el Benfica malvendió al Eintracht tras un mal año (dos goles en 13 partidos) y que el club alemán revendió al Madrid por 60 millones tras una temporada de ensueño. Por esa temporada suspira el delantero del Valladolid, que firmó dos goles salvadores el pasado fin de semana para evitar la derrota ante un Leganés en alza. No hacía un doblete en la Liga desde aquella noche gloriosa ante el Atlético en marzo de 2018. Puede ser el germen de una racha que le lleve a su objetivo, o un espejismo de esos que se suceden cada mucho tiempo. Lo que es seguro es que, si no sueña, nunca lo conseguirá.
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