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Siempre falta algo

El Athletic estuvo a punto de perder
en el descuento un partido que tenía prácticamente ganado. 
Lo cierto es que el último partido del Athletic en San Mames fue de lo
mejor que se ha visto en los últimos meses. No se puede decir que jugasen
especialmente bien, pero se hizo un partido correcto, lo cual, analizando la
era Ziganda, no es algo común. El problema con este equipo es que siempre hay
un “pero”. Tras un partido bastante controlado en el que el equipo rojiblanco
mantuvo bastante a raya a los celtiñas, unos esperpéntico
s últimos diez minutos
hicieron que la afición volviese a marcharse de San Mamés cariacontecida.

Y es que los jugadores del Celta no estaban teniendo, ni mucho menos, una
tarde inspirada. Su juego estaba siendo excesivamente plano y no conseguían
hacer daño a la portería de Kepa. El Athletic estaba aprovechando dicha
situación y, sobre todo, gracias a un portentoso Iñaki Williams estaba haciendo
méritos suficientes para llevarse los tres puntos. El atacante rojiblanco
ciertamente estuvo muy incisivo durante toda la tarde y solo debido a su falta
de olfato goleador – y la de sus compañeros – no se consiguió una ventaja
mayor. Pero la realidad es que la falta de gol en este equipo es un problema ya
recurrente y, de no ser por un gol de Unai Núñez – primero en su cuenta en la
élite – tras un córner, la ventaja no hubiese siquiera existido. A esto,
quizás, también hay que ligarle su parte de culpa al colegiado, y es que Del
Cerro Grande se “olvidó” de pitar un par de penaltis bastante claros que
hubiesen podido dar una mayor ventaja a los locales.

A pesar de no pitarse dichas penas máximas, el partido parecía ciertamente
controlado. El problema vino en los últimos minutos del encuentro a raíz de los
cambios de ambos entrenadores. Por un lado, Unzué dio entrada a Pione Sisto y
Tucu Hernández, quienes dieron algo de dinamismo al inofensivo ataque celtiña.
Por el otro lado, el Cuco introdujo a Aduriz para jugar en punta (lo que hizo
que Williams pasase a la banda derecha) y a Lekue para jugar en el lateral
izquierdo. No fueron los cambios más apropiados los del técnico local ya que
cambiaba de posición a su mejor jugador hasta el momento e introducía a un
jugador con características muy ofensivas para defender uno de los flancos (por
el que entra un tal Aspas).

A raíz de estos cambios el equipo visitante se empezó a sentir más cómodo
en el partido. No estaba produciendo ocasiones claras, (la mejor jugada fue un
tiro de Iñigo Martínez hacia su propia portería que Kepa paró por los pelos)
pero la tendencia del encuentro estaba cambiando sin que el Athletic hubiese
conseguido una ventaja suficiente para estar tranquilo, lo cual en muchas
ocasiones se suele pagar. En el tiempo de descuento, probablemente excesivo,
llegó la tragedia. En cuatro minutos el Celta consiguió empatar el partido tras
un remate de Brais Mendez y estuvo a punto de ganarlo en dos ocasiones. Un
primer zapatazo desde la frontal que Kepa, en una magnifica acción, consiguió
repeler y un gol anulado a Maxi Gómez por fuera de juego. Es difícil que cuatro
minutos den para tanto, pero si uno de los dos equipos no está ya en el partido
pueden pasar estas cosas.

Lo que parecía una tarde agradable y tranquila para los aficionados de
Athletic acabo siendo una ocasión más en la que la afición se va de San Mamés
pensando cuando terminara, por fin, esta temporada para el olvido. 

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