Los siete pecados capitales, también conocidos como vicios capitales, es una agrupación y categorización de las faltas humanas que, además de ser contrarias a las enseñanzas cristianas en función del objeto elegido, del fin que se busca o la intención y de las circunstancias de la acción u omisión, se cometen de modo reiterado, repetitivo o habitual oscureciendo la conciencia y distorsionando la valoración concreta de los actos humanos. Eso dice la Wikipedia.
La ira, la gula, la soberbia, la lujuria, la pereza, la envidia, y la avaricia. Las siete hermanas. El fútbol, como una representación teatral de la vida que es, las tiene muy presentes y nos las muestra, día sí y día también. Hablamos del deporte más popular del mundo, el cual presenta algunas luces y muchísimas sombras.
La ira de los violentos, que hacen que ir al estadio con tus hijos sea una temeridad dependiendo con quien te cruces en ciertas latitudes. La gula de ciertos dirigentes ávidos de gloria, que estiran presupuestos y egolatría por encima de sus posibilidades. Soberbia, siempre latente en declaraciones altivas de jugadores y directivos, que una vez tocan metal quieren cobrarse facturas.
La lujuria habita en los excesos y abusos protagonizados por ciertos futbolistas, que se creen envueltos de un halo de impunidad, solo por el hecho de tener popularidad y llegar holgados a fin de mes. La pereza aparece en esos jugadores, que ante una situación de suplencia reiterada, deciden bajar los brazos acomodándose en el banquillo en vez de rebelarse con más trabajo y hambre.
La envidia, esa confidente y socia de tantos aficionados pusilánimes, siempre pendientes de minimizar el éxito del vecino y del rival. Y la avaricia de aquellos que te suben el precio de los abonos, del fútbol en televisión, de las entradas o las camisetas. Por no hablar de ese grupo de hombres, que en pleno pico de su carrera, consideran una idea brillante el jugar en destinos donde te bañan de oro pero te llenan de olvido.
Entonces, siendo así, ¿por qué seguir amando este deporte si constantemente nos muestra la cara más oscura del ser humano? La repuesta es sencilla. Somos seres imperfectos, llenos de vicios, vanidades e instintos muy básicos. Ya ocurría en el coliseo de la antigua Roma hace más de 2000 años. El fútbol no deja de ser un reflejo social y la sociedad estuvo, está y estará, llena de sombras. Las luces, ya si eso, para otro día.
Foto de cabecera: Fotograma de la película ‘Seven’ (1995)