Es un estruendo alborotador. Un pensamiento generalizado que cada día reúne a más gente viendo el andar asimétrico y lisiado del Valencia por los terrenos de juego. Lo que se olfateaba hace medio año está dejando rastro allá por donde se pasa. Primero en el glamour de las estrellas y, después, en el campeonato de ir por casa. El proyecto deportivo de Peter Lim va perdiendo aceite. Según avanza por el asfalto va dejando huellas que demuestran que algo no funciona correctamente. Reacciona salvajemente cuando se le mete mano al músculo. Es la zona dorsal masajeada que te dice con la piel encendida en llamas que algo falla, que hay trabajo por delante. Desde que el pasado verano el magnate de Singapur accediera a eliminar la estructura deportiva que siempre ha funcionado en España, el Valencia va pegando tumbos. Pasea sumergido en una zozobra inquietante. Y ojo, derecho tiene todo el del mundo. Y más, tras poner de su bolsillo casi 200 millones de euros. Es el máximo accionista, puede rodearse de la gente que considere y tropezar 1919 veces con la misma piedra. Se asume. Pero no es lo conveniente. Un organigrama deportivo bien definido es absolutamente necesario. Peter Lim debería trazar una circunvalación con gente de fútbol. Preparada y conocedora de todos los entresijos del mercado y, especialmente, de lo que significa el Valencia CF.
Dejarlo todo en manos de socios es, además de respetable, aventurado y peligroso. Cuando los intereses son comunes no hay riesgo de fuga, pero todo cambia si uno de las dos partes mira única y exclusivamente por su bolsillo. ¿Quién se encarga de realizar los informes de los futbolistas? ¿quién hace la política de seguimiento para saber si son aptos o no para fichar por uno de los grandes de Europa? ¿se viaja para reunirse con los jugadores o familiares y verlos en directo? Son interrogantes, hay más, que a comienzos del pasado verano tenían respuesta. Se observaban y examinaban las carencias de la plantilla y, en función, se trabajaba en las piezas. Ahora mismo existe una descoordinación alarmante e impropia en uno de los equipos más importantes de España.
Que se trate de una recomendación, petición o deseo de la gran mayoría no es por echar raíces en un contexto paralelo. Se comprende que Peter Lim crea en otro modelo, más anglosajón -aunque cada vez menos- de la figura del manager general. Primero con Nuno y veremos si ahora también con Gary Neville. Se hace por el pleno convencimiento que la cadencia del equipo será más firme y consistente. La última dirección deportiva del Valencia, con Rufete, Ayala y Joan Salvans, trabajaba mucho y bien. Con aciertos y errores pero desde la responsabilidad. Mientras los dos primeros fichaban a Mustafi y Otamendi con el dinero de Mathieu, el tercero se sentaba con Konoplyanka solo tres meses después de empezar la temporada (noviembre de 2014). Abogaban por las renovaciones pero sin perder el norte, por la llegada de futbolistas que mejorasen la plantilla desde el primer momento y en las posiciones que todos acreditábamos que estaban cojas. Así elaboraba un grupo preparado y conocedor de la idiosincrasia del Valencia. Ahora no. Se apuesta por gente demasiado joven, alguna que debería pagar por ponerse ese escudo en el pecho. Es demasiado barato jugar donde debería ser carísimo.
Fuera de la parcela deportiva no hay ni una queja en cuanto a la gestión. La llegada de Meriton Holdings Limited, con Peter Lim a la cabeza, fue, es y será una bendición para el valencianismo. Aniquiló cualquier posibilidad de quiebra y, con el transcurso de este primer año, ha ennoblecido e ilustrado la entidad como parecía impensable tiempo atrás. Económicamente son seguros, fiables, dominadores. Están acostumbrados a gestionar transatlánticos empresariales conquistando el escenario como Mozart la partitura. Meriton es sinónimo de valor inequívoco y fehaciente. Su ‘debe’ está en el verde. Y ahí es donde radica la petición generalizada del valencianismo. Hay que volver al organigrama deportivo, con las personas que consideren oportunas, pero retornar al embrión. Se está a tiempo de preparar la próxima temporada. Todo lo que sea seguir en la misma línea será poner la primera piedra del segundo fracaso del proyecto deportivo del señor Lim. “Peter, créame que es por el bien de todos, también por el suyo”.