Era una calurosa tarde de verano de 2004 y en el Polideportivo Municipal Andrés Torrejón de Móstoles, un grupo de chavales entre los que me encontraba jugaba un partido a cara de perro con aquellos que eran un par de años mayores y que les habían retado a cambio de no echarles del flameante césped. Aun así, aquel día se acabó imponiendo la ley del más fuerte y fue el CD Móstoles, que entonces disfrutaba de su mejor época en Segunda División B (hoy lo hace refundado en la división inferior del fútbol amateur por problemas económicos) quien se acabó quedando con el césped, para resignación de aquellos que jugábamos partidos de patio de colegio como si de la Champions League se tratara.
«Pues dicen que el Milan va a fichar a un chico del Móstoles«, dijo mi amigo Claudio. «Se llama Esajas o algo así«, sentenció. Rápido, no dudamos en buscar a ese jugador de raza negra que debía ser un prodigio con el balón en los pies. Si el rumor era cierto, alguien que fuese a jugar con Kaka’, Pirlo o Shevchenko no podía pasar desapercibido. Nuestros ojos buscaron y buscaron, pero nada encontraron. «Ese no puede ser, porque es muy malo. Y aquel otro no sabe ni correr. O es mentira o ya se ha ido«, concluimos.
Nosotros no lo sabíamos, pero ese era el perfil de Harvey Esajas (13 de junio de 1974), que sí había jugado en el CD Móstoles, pero cuatro años antes. Con nuestros 12 y 13 años, acudimos a la fuente de fútbol universal que más cerca teníamos y de la que más nos fiábamos: el Pro Evolution Soccer de aquel año. Y efectivamente, abajo del todo en la plantilla de jugadores rossoneros, con el dorsal número 30, un jugador llamado Esajas, con un gráfico de habilidades más que modesto, nos llamó poderosamente la atención.
Nacido en Ámsterdam, aunque con origen en la antigua colonia holandesa de Surinam como jugadores de la talla de Davids, Hasselbaink, Kluivert, Rijkaard o Gullit, rápido se enroló en las filas del Ajax de Ámsterdam para empezar su formación, donde se hizo amigo inseparable de Clarence Seedorf. Nunca llegó a debutar con los ajaccied pues rápido el Feyenoord se hizo con sus servicios. Defensa central con 19 años, el día de su debut con los de Rotterdam en un partido amistoso vivió uno de los peores episodios de su carrera. Y es que en una jugada fortuita Esajas le partió la mandíbula a un rival, lo que le costó varios partidos de suspensión.
Meses después llegó su debut en partido oficial. Curiosamente contra el Ajax. Jugó de titular y marcó en el minuto 18 de partido poniendo el 0-2 en el marcador en el derbi histórico de la Eredivisie. Después, una exhibición de Litmanen llevaría al empate final en el marcador. Ese día, Harvey y Clarence intercambiaron sus camisetas. Fue su único partido de la temporada en liga, teniendo apariciones esporádicas en Copa. Con escasos minutos a lo largo de tres temporadas, Esajas finalizó su periplo por Rotterdam con ocho partidos jugados y un gol. Llegó al Groningen, donde su suerte no fue mejor. Un partido en liga y ocho en copa para un jugador que no terminaba de gustar y que se marchó a jugar a la Segunda División holandesa, concretamente al Cambuur primero (donde no llegó a debutar) y al Dordrecht después.
Decidió mudarse a España y se probó en multitud de equipos sin suerte. Hasta que se enroló en las filas del CD Móstoles, que vivía las mejores temporadas de su historia. Nada más llegar sufrió la peor lesión de su carrera. Se rompió el tendón de aquiles en un entrenamiento. No logró disputar más de una decena de partidos con el equipo mostoleño y poco después se quedó sin equipo.
Mediada la temporada 1999/2000, Esajas recibió una esperanzadora llamada. Su eterno amigo Seedorf, triste por ver cómo le iban las cosas, le había conseguido un fichaje relámpago por el Real Madrid. Esajas se imaginó de blanco y no dudó en hacer las maletas. No contento con haber fichado a Rodrigo Fabri, Jarni o Magallanes esa temporada, Lorenzo Sanz se hizo con un joven holandés de 24 años que venía avalado por Seedorf. Se dice, eso sí, que Clarence se hizo cargo de todos los gastos de su compañero, ficha incluida.
Si bien, el central nunca jugó con el primer equipo y pasó a entrenarse con el conjunto filial. Casualidades del destino, el Inter de Milán ficharía sólo unos meses después a Seedorf, dejando al central solo en tierras madrileñas. El conjunto blanco no renovó al holandés en verano y quedó vagando en busca de equipos por España. Primero intentó suerte en Zamora, donde jugó media temporada para luego ser rechazado por falta de nivel. El cartel de haber pertenecido al Real Madrid le abría muchas puertas, que se cerraban en cuanto se calzaba las botas.
Esajas, con su 1’85cm. de altura, pasaba de largo los 100 kilos de peso. Le llegaron peticiones de pruebas con el Torino y Fiorentina pero, si estando en forma habría tenido problemas para pasar los test, ni imaginar quiero qué pensaron los directivos cuando le vieron llegar pasado de peso tras meses de inactividad. La negativa fue evidente, de nuevo el sueño se había truncado y decidió colgar las botas con sólo 25 años. Se acababa, para siempre, su carrera. Empezó a ganarse la vida fregando platos en un restaurante de las afueras de la capital madrileña para terminar trabajando en un circo. Su nueva vida no le gustaba, no era suficiente, no estaba feliz.
El bueno de Seedorf (ya en el Milán), decidido a ver feliz a su amigo, tenía aún una última sorpresa para él. Tras muchas charlas con Berlusconi y sobre todo con Ancelotti consiguió lo imposible: Harvey iba a entrenar con el filial del Milan y se le iba a hacer un contrato que empezaría el día que él estuviera 100% en forma. En apenas tres meses perdió cerca de 20 kilos (y aún así se le veía algo pasado) y había sentido de nuevo las sensaciones de ser futbolista. Con una defensa con nombres como Costacurta, Stam, Maldini, Coloccini o Kaladze, el holandés tenía imposible volver a jugar en un primer equipo. Pero la historia le iba a guardar un par de últimos buenos recuerdos.
Con 30 años entró en algunas convocatorias del equipo rossonero sin la suerte del debut. Pero en enero de ese 2005, Ancelotti le dio la oportunidad de sentirse de nuevo futbolista. En un partido de Copa Italiana ya finiquitado, Esajas entró al campo como mediocentro sustituyendo a Ambrosini para jugar los últimos 3 minutos frente al Palermo. Incluso cerca estuvo de dar una asistencia de gol, pero Tomasson no encontró portería cuando lo tenía todo para marcar.
Lo había conseguido, con el 30 a la espalda (como homenaje a su edad) Esajas había vuelto a jugar un partido oficial, en un primer equipo y lo mejor, al lado de su amigo Seedorf. Nunca más volvió a vestirse de rossonero y su último recuerdo en el equipo de San Siro es agridulce. Ancelotti le incluyó en la expedición que viajaría a la final de la Champions League, aquella célebre final que el Liverpool remontó en la segunda parte y terminó ganando por penaltis.
Una vez había cumplido su objetivo de volver a jugar, Esajas terminó contrato con el Milan y se dejó ver por los campos del Legnano y el Lecco (de la 3ª División Italiana) durante un par de años para colgar las botas, ahora sí definitivamente, en 2007.
Esta es la historia de Esajas, el hombre que puede presumir de tener en su haber las camisetas de cuatro de los más laureados Campeones de Europa, el mejor de los peores o el peor de los mejores. Aquel que pasó de fregar platos y trabajar en un circo a jugar en el Milan. El hombre que tiene grabado a fuego la descripción de su carrera: «Mi historia es la de un hombre que hizo posible lo imposible«.
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