Corren malos tiempos por Gelsenkirchen. El club de los mineros, el Schalke 04, pasa por una crisis institucional muy fuerte y la parcela deportiva, más que ayudar o dar algo de respiro, contribuye a que esta época tan oscura vaya haciéndose más real cada día. Los resultados no llegan, quedan menos partidos para finalizar la campaña y la permanencia se empieza a convertir más en un sueño imposible que en una realidad, pero, por suerte, aún hay tiempo. El problema es que, aunque las matemáticas dan alguna esperanza, el propio club es el que da por tirada la toalla, despidiendo al cuarto entrenador en los últimos cinco meses. Con David Wagner se empezó la temporada y, tal vez, uno de los errores había estado ahí, en mantener al técnico, puesto que, con Wagner al frente, pasó de estar en puestos europeos a iniciar una racha sin victorias que casi le lleva a superar el récord negativo de Tasmania Berlin. Y es que Wagner fue cesado tras las dos primeras jornadas ligueras.
Tras Wagner llegó Manuel Baum para comerse el marrón y tampoco supo reconducir el barco, por lo que entró en escena Huub Stevens, para dirigir los dos últimos partidos del 2020, con la Bundesliga y la DFB Pokal en juego. No más allá. Stevens, el técnico que les hizo campeones de la Copa de la UEFA en 1997, no iba a ser el revulsivo anímico que el club necesitaba para reflotar el barco deportivamente. El timón se había roto y no pueden, de momento, desviar el rumbo de ese iceberg llamado 2.Bundesliga.
Es difícil imaginar a clubes históricos caer de la máxima categoría, como ya ocurrió en Hamburgo. El drama es tan tremendo como la historia que envuelve a estos clubes. A pesar de sí haber descendido hasta en tres ocasiones durante la década de los 80 (1980, 1983, 1988) y haberse librado en otra ocasión por el descenso administrativo del Hertha BSC y la ampliación de la competición, el inquilino del Veltins Arena fue uno de los grandes de los primeros años del Campeonato de Alemania, quedando campeón hasta en siete ocasiones. También ganó la Copa. Esa trayectoria le valió para convertirse en uno de los fundadores de la Bundesliga, todo un privilegio. Además de su trayectoria, la rivalidad deportiva creada con el Borussia Dortmund se convirtió en una de las mejores del continente. Pero esa bonita historia no tiene nada que hacer en el presente. Los tiempos cambian y no son pocos los campeones continentales que pasaron por malos momentos o, incluso, descendieron, en sus respectivos países.
Centrándonos en el ‘ahora’, la situación deportiva, como ya dije, pasa por quitar del medio al cuarto entrenador y eso pocos clubes lo soportan. El club solo lleva una victoria esta temporada en Bundesliga (para irnos a la anterior había que ir a enero de 2020). Las victorias llegaban solo en Copa. Las sensaciones eran muy pobres y, la plantilla, muy descompensada y maltratada por las lesiones. Tanto es así que los refuerzos invernales mineros más destacados fueron Huntelaar (que se retira en junio) y Kolasinac y Mustafi (jugadores que no contaban en el Arsenal). Ellos eran la teórica solución o las gotas de ilusión con las que embaucar a una afición que hace tiempo que dejó de sonreír.
Esos eran los refuerzos, pero lo que había era un drama. Infinitas lesiones, bajo rendimiento, jugadores apartados por indisciplina… Nada positivo. Lo único destacable no es de la temporada actual, sino de la anterior. La pandemia y las lesiones abrieron las puertas a muchos jóvenes que han contado para el primer equipo. Sin embargo, algunos como Ahmed Kutucu, de los que se esperaba mucho, no dieron la tabla y, otros, inesperados, como Matthew Hoppe, llegaron para quedarse, dando muy buen rendimiento, pero no el suficiente. Hoppe fue el gran protagonista del partido frente al Hoffenheim. Ese en el que el Schalke 04 se quedó sin récord (por suerte para ellos). En ese momento, a ocho días de cumplirse justo el año de la última victoria liguera, el dorsal 43 hizo historia, convirtiéndose en el primer norteamericano en marcar un hat-trick en la Bundesliga. Se le había ganado 4-0 al Hoffenheim, con Christian Gross en el banquillo. Pero ese resultado era un espejismo. Para lo único que sirvió fue para dejar en 30 la racha de partidos sin ganar, porque, tras ese duelo, solo han podido sumar dos empates en ocho partidos.
El futuro del Schalke 04 está cada vez más cerca de la Segunda División y sólo las matemáticas dan por posible la permanencia. El problema de ellos es que las matemáticas no juegan los partidos ni marcan goles. La misión de los nuevos técnicos es inyectar dosis de amor propio a sus jugadores. Aprovechar lo poco que va bien y reactivar lo que ha caído. Pero cuando las cosas van así de mal, la cabeza y las piernas no responden. Todo se vuelve negro. Si el Schalke 04 fuera una mansión, sería la de la película aquella de Tom Hanks, titulada ‘Esta casa es una ruina’.
Imagen de cabecera: Lars Baron/Getty Images.
Puerto de la Cruz (Tenerife), 1983. Bloguero en fase de evolución. Amante del fútbol global, blanquiazul de corazón y rossonero por aficción a este señor deporte. Conocido en el mundillo como "Humilde Aficionado". El balón, nuestro mejor amigo.
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