George Russell, por fin, pudo saborear el champán sin sobresaltos en Montreal. El británico de Mercedes convirtió la pole en victoria, pero lo que parecía una carrera de manual acabó en vodevil por obra y gracia de McLaren.
Russell, el hombre tranquilo
Russell resistió la presión de Verstappen en la salida y durante las primeras vueltas, gestionando mejor que nadie los neumáticos en una jornada calurosa donde el Mercedes se mostró como el coche más equilibrado. Red Bull, en cambio, sufría con la degradación y Verstappen, resignado, se limitó a sumar buenos puntos, sin poder inquietar al líder en ningún momento. El joven Antonelli, debutante y compañero de Russell, firmó su primer podio en la F1, completando la fiesta de Mercedes.
McLaren: de la pelea por el mundial al desastre
La carrera, hasta entonces estratégica y tensa pero sin sobresaltos, explotó en las últimas vueltas. Los dos McLaren, Piastri y Norris, peleaban por la cuarta posición y, sobre todo, por demostrar quién manda en Woking. Sin órdenes de equipo y con el campeonato en juego, la batalla fratricida terminó como todos temían: Norris, sin espacio, acabó contra el muro tras intentar un adelantamiento imposible por la izquierda en la recta principal. Piastri sobrevivió y sumó puntos valiosos, pero el golpe de Norris puede pesar mucho en la lucha por el título.
El podio y los damnificados
El podio lo completaron Verstappen y Antonelli, mientras que los Ferrari, en tierra de nadie, y Alonso, séptimo, se conformaron con sumar puntos sin brillo. La carrera terminó neutralizada bajo Safety Car, con la polémica servida: Red Bull protestó el comportamiento de Russell tras el accidente, pero los comisarios no vieron infracción y la victoria quedó en manos del británico.
Mercedes resucita, McLaren se complica
Mercedes, que parecía condenado a ver pasar el año desde la barrera, resucita y se mete de lleno en la pelea. Russell, por fin, estrena su casillero de victorias en 2025 y Antonelli confirma que no está solo de paso. McLaren, en cambio, sale tocado: la guerra interna puede costarles el campeonato. Y Verstappen, siempre al acecho, suma y espera. Canadá, una vez más, no defraudó: cuando parecía todo decidido, el caos se encargó de escribir el guion final.
