El 2025 viene fuerte. En las últimas horas las redes sociales son copadas con la imagen de Sergio Conceição ganado su primer título al frente del Milan. El que fuera centrocampista luso de solera, celebró sin corsé ni freno el brillante triunfo en la Supercopa bailando el ‘Danza Kuduro’, puro en boca y disparando en tiempo récord los índices de aura y carisma. Mourinho sonríe mientras lee esto.
Hace un rato, el testigo de la tendencia lo recogió un Unai Emery que pensó que era buena idea posar como si fuera el gestor de un tanatorio para presentar la sobria, pero a la vez hermosa, nueva camiseta del Aston Villa con motivo del 150 aniversario del club de Birmingham.
En un mundo que se mueve a ritmo de viral, es tan importante gestionar lo que ocurre en el tapete como rentabilizar con maestría el alcance de todo lo que tocan los tentáculos de la mercadotecnia. El deporte arrastra masas, sí, pero el dinero mueve aún más. Y hoy en día, en el alumbramiento de este 2025 con 358 páginas inciertas por escribir, no hay deporte de élite sin dinero, ni dinero sin deporte de élite. En Arabia Saudí lo saben mejor que nadie.
Hubo un tiempo en que el deporte era más líneal. Sin redes sociales no había giros de guión. Había competiciones, un ganador y una prensa servil que informaba de ello. Todo muy acotado, fileteado y local. Sota, caballo y rey. Eso ya no vale, querido lector. El deporte es negocio y es internacional. Se juega mucho más fuera que dentro. Las opiniones se emiten antes, durante y después, y no importan solo las del cronista. De hecho, tienen bastante más peso las tuyas. Con esta democratización digital el tablero deportivo convencional saltó por los aires. El poder es tuyo y los clubes lo saben mejor que nadie.
Las redes moldean el deporte tal y como lo conocimos. El año nuevo traerá nuevos vencedores, nadie sabe con certeza a que clubes visitará ‘Doña Gloria’. Lo único seguro es que hoy los partidos ya no duran 90 minutos. Ahora duran días, porque la batalla del impacto es larga, feroz, sin reglas y la suele ganar el que vaya más fuerte. Sin filtros. Ganar ya no depende solo de que entre la pelotita. Vencer es hacer ruido.