Uno, Roger Federer, ya es un maestro consagrado y con todos los honores. El resto de los contendientes apenas está cursando las primeras asignaturas en la gala mayor del tenis. Todos ellos, sin embargo, trabajan para cerrar con nota el último gran examen de la temporada.
¿Podrán el búlgaro Grigor Dimitrov, el estadounidense Jack Sock o el belga David Goffin dar el golpe y arrebatar un título que parece destinado una vez más a la leyenda suiza? A sus 36 años, Federer parte como favorito absoluto para lograr este fin de semana en Londres su séptimo Masters y coronar así uno de los años más maravillosos de su carrera.
El contraste entre el número dos del mundo y los otros semifinalistas no podía ser mayor. Mientras Federer ganó seis veces el torneo, llegó a diez finales, alcanzó 14 semifinales en 15 participaciones y ostenta una marca de 55 victorias por 12 derrotas, todas cifras récord en el torneo, ninguno de sus rivales alcanzó jamás la instancia de los cuatro mejores.
Tanto Sock como Dimitrov, que se medirán entre sí el sábado por la noche en la segunda semifinal, están jugando por primera vez el Masters. También en cierta medida Goffin, rival mañana de Federer. El belga ya disputó el año pasado el certamen, aunque lo hizo ingresando como suplente y apenas jugó un encuentro ante el serbio Novak Djokovic en el que ganó tres games.
Ausentes por lesión figuras como Djokovic, el británico Andy Murray, el suizo Stan Wawrinka o el japonés Kei Nishikori, y fuera de carrera el español Rafael Nadal tras retirarse después de su debut ante Goffin, el camino luce muy allanado para Federer.
El suizo, que el año pasado se perdió el Masters tras 14 participaciones consecutivas, quiere poner el broche de oro a un 2017 que está dejando boquiabierto al tenis. De regreso tras la inactividad más larga de su carrera producto de una lesión en su rodilla, Federer ganó siete títulos en la temporada, incluyendo el Abierto de Australia y Wimbledon, y apenas suma cuatro caídas.
En Londres superó ya invicto la fase de grupos -venció a Sock, al alemán Alexander Zverev y al croata Marin Cilic- y exhibe la madurez y tranquilidad de quien ya lo ha vivido todo en el tenis.
«Me siento muy tranquilo. Siento como una comprensión más profunda de lo que estoy viviendo. Sé que no es normal estar aquí, así que aprecio aún más poder haberlo conseguido a esta edad«, afirmó Federer el jueves tras su victoria ante Cilic en el O2 Arena.
El suizo recuerda aún las sensaciones que tuvo en su primer Masters en 2002 en Shanghai, cuando debutó con una victoria ante el español Juan Carlos Ferrero. «Al principio me sentía como un niño en una tienda de golosinas, compartiendo vesos tuario con leyendas, entrenando con ellos. Eran momentos especiales», rememoró.
«Luego empiezas a jugar contra otras generaciones y ahora yo soy el viejo y ellos los jóvenes. Lleva un tiempo acostumbrarse«, afirmó el suizo, que entretanto se ha convertido en padre de cuatro hijos. «Ahora lo disfruto de otra manera«.
Dimitrov, Sock o Goffin, todos ellos de 26 años, no son ya ningunos niños, aunque forman parte una generación intermedia que no termina de abrirse paso entre las estrellas más veteranas.
El búlgaro, llamado alguna vez a ser el sucesor del suizo, busca dejar definitivamente atrás la presión que significó ser rotulado como el «Baby Federer» y está exhibiendo otra vez su mejor nivel.
Bajo el mando del venezolano Daniel Vallverdú, Dimitrov ganó tres títulos en 2017, incluyendo el Masters 1000 de Cincinnati, y está cerca de terminar el año entre los cinco mejores del mundo. «Las comparaciones y todo eso ya no me importan», aseguró esta semana.
También Sock está demostrando ser un jugador peligroso. Tras ganar el Masters 1000 de París e ingresar por la ventana a Londres, el estadounidense está jugando sin ninguna obligación. «Nadie esperaba que esté aquí, así que no hay razón para empezar a ponerme presión«, dijo después de su decisiva victoria sobre Zverev el jueves.
Tampoco tiene ninguna presión Goffin, que tras derrotar hoy al austríaco Dominic Thiem mañana se medirá a Federer con todo por ganar y nada por perder.
Si estos argumentos serán suficientes para impedir que el suizo vuelva a coronarse como «Maestro», se empezará a revelar a partir de mañana.
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