Los futbolistas viven en un escaparate mediático que, en muchas ocasiones, les presenta ante la sociedad como seres privilegiados, que no viven en las mismas condiciones que el resto. Mediáticamente parecen personajes inalcanzables, pero lo cierto es que todo es fachada, escaparate. En su sombra son personas normales y corrientes, con problemas personales, con manías, con sueño cuando les suena el despertador, e incluso con historias personales tristes.
El Manchester United ha vivido una auténtica regeneración los últimos años con la salida de, por ejemplo, Sir Alex Ferguson, Nemanja Vidic, Ryan Giggs o Rio Ferdinand, entre otros. Pesos pesados del vestuario de Old Trafford que salieron escalonadamente para orientar sus vidas a otras etapas, ya fuera en otros equipos o en otros escalones profesionales.
En el caso del inglés Rio Ferdinand hacia las maletas hasta la capital. Jugaría esta pasada temporada, a sus 35 años, en las filas del Queens Park Rangers, uno de tantos equipos londinenses que militaban en la Premier League. Un reto menor a nivel mediático, que le serviría para vivir otras experiencias tras ser considerado uno de los mejores centrales de la última década en toda una potencia británica y europea como el Manchester United.
Su año en Loftus Road ha sido discreto, irregular, sin todos los minutos que se esperaba, con algunas actuaciones erróneas que le crearon alguna que otra crítica, asegurándose incluso que su carácter dentro del vestuario había creado algún que otro problema. Sin embargo, todo parecía tener una explicación lógica, personal, natural, cuotidiana.
A finales de la temporada 2014/15 el fútbol inglés se vio congelado cuando se hacía público el fallecimiento de Rebecca Ellison, a la edad de 34 años, pareja y esposa del jugador inglés, quien había pacedido la grave enfermedad de cáncer (de mama) y que, tristemente, acabaría falleciendo. La noticia fue un jarro de agua fría, ya que la enfermedad de la protagonista no había sido pública y había quedado, en la medida de lo posible, en el entorno interno de su familia y amigos.
Una enfermedad que Rio Ferdinand había tenido que arrastrar desde hacía meses. La persona de su vida, la mujer que le había convertido en padre, seguramente su alma gemela, había caído en la tristemente asimilada enfermedad del cáncer, siendo, evidentemente, un duro palo para ella y para su entorno. Ferdinand había tenido que hacer frente a la rutina mediática de un futbolista de la mejor de las maneras, sabiendo que en casa tenía una triste situación que, finalmente, tuvo el peor final posible.
Y no queda ahí, ya que él y su família afrontaron la situación de su mujer asumiendo que la pérdida, más tarde o más temprano, iba a llegar. El propio futbolista confesó en una entrevista reciente que su esposa planeó junto a su pareja y sus hijos su propio funeral.
Es por ello que ahora, tras la noticia, se entiende, quizás, el bajo nivel del jugador, la decepcionante campaña de Ferdinand en las filas del QPR. Una situación personal que, pese a tener la vida resuelta a nivel económico, pese a que la estética parecía hacer ver que todo era positivo, que tiene una vida de lujo, de caprichos, acabaría afectándole a nivel personal.
Rio Ferdinand tuvo que estar por encima de una delicada situación personal viendo, quizás, a una de las personas más importantes de su vida en tan grave entorno. Es por ello del jarro de agua fría. Lo había llevado a nivel mediático muy discretamente, como se puede entender.
Durante la temporada recibía críticas, quizás fruto de la decepción de un defensa que ha sido ganador de títulos importantes, que llegaba a Loftus Road para ejercer su categoría de líder, con un salario elevado, pero que deportivamente no ha rendido como se esperaba. Sin embargo, ahora queda claro que Ferdinand escondía una triste noticia, una delicada situación que afectaría a cualquier persona, pero que durante meses, fruto de la ignorancia, le convirtió en una diana de comentarios críticos.
Este fin de semana, tras una de sus temporadas más tristes en todos los ámbitos, Rio Ferdinand anunciaba de forma oficial su retirada del fútbol profesional, a sus 36 años. Una noticia que llega, quizás, en el momento idóneo, justo cuando sus hijos de 9, 6 y 4 años necesitan que la figura de su padre esté junto a ellos para que la triste noticia no les afecte en su futuro más de la cuenta.
Ferdinand, cuando las críticas, tristemente, tenían una justificación en la sombra.