Este fin de semana, los mejores triatletas de larga distancia del mundo volvían a Hawaii tres años después. El Mundial, generalmente organizado en Kona, no se realizaba allí en los dos últimos años por culpa de la pandemia y el retorno a su lugar de origen trajo ciertas sorpresas. Para empezar, la carrera masculina y la femenina se desarrollaron en días diferentes, por lo que las chicas se tiraron al agua el jueves, y ellos, el sábado.
Chelsea Sodaro dio la campanada imponiéndose en la carrera femenina y lo hizo, además, sellando la segunda mejor marca de la historia (8:33:46). Daniela Ryf, la gran favorita, que había ganado cinco de los últimos seis mundiales, se tuvo que conformar con hacer Top10 tras llegar en octava posición a casi media hora de la ganadora. Lucy Charles, que había sido segunda en 2017, 2018 y 2019 (en 2021 no pudo competir por lesión y en 2022 todo hacía indicar que tampoco estaría) terminó, otra vez, segunda, más que satisfecha por llevarse metal en una prueba en la que solo hace unas semanas no iba a poder estar. El podio lo completó Anne Haug, ganadora la última vez en Kona. La española Gurutze Frades terminó en 15ª posición, después de un mal tramo de natación y de remontar en la carrera a pie tras sellar la tercera mejor marca de las participantes.
La carrera de las chicas fue un continuo intercambio de posiciones. Si bien Lucy Charles fue la mejor en el agua, como se presuponía, lo increíble es que la británica le llevó siete minutos de ventaja a todas las favoritas. Daniela Ryf utilizó la bicicleta para recuperar ese tiempo y pasar la última transición en cabeza, algo que hacía indicar que se volvería a llevar la corona de Kona a casa. Como también pasaría con los chicos el sábado, las penalizaciones por drafting dieron al traste con la carrera de muchas, entre las que se encontraba Laura Phillips, una de las favoritas, que tuvo cinco minutos de sanción y luego acabó en cuarta posición.
En la carrera a pie apareció Sodaro, con la que nadie contaba entre las favoritas, para alzarse con su primer título de campeona del mundo Ironman. Charles aguantó la segunda plaza y Haug, que llegó muy cerquita de la plata, volvió a subir al cajón mientras Daniela Ryf se hundía como nunca antes se la había visto.
La carrera masculina fue también bastante movida, con hasta 19 atletas saliendo juntos del agua en un primer grupo en el que no estaban Patrick Lange, Sebastian Kienle ni Lionel Sanders. Así, tres de los favoritos al cajón se quedaban muy lejos a las primeras de cambio, aunque en el caso del último es habitual verle perder ingentes cantidades de tiempo en el agua y luego remontar en bicicleta y en carrera a pie. Gustav Iden se acabó haciendo con el título, el primero de su vida tras imponerse con anterioridad en la media distancia, con Sam Laidlow segundo y Blummenfelt, entonces vigente campeón, tercero.
La carrera, eso sí, parecía siempre controlada por los noruegos Iden y Blummenfelt, que salieron en el numeroso grupo de cabeza, pero que no se animaron a esa aventura que sí tomaron algunos participantes en solitario por delante. Igual que sucedió en las chicas, las penalizaciones por drafting dieron al traste con unos cuantos participantes, entre los que se encontró el alemán Angert, que iba en cabeza cuando le sucedió, y el danés Ditlev, que iba en un segundo grupo luchando por todo cuando tuvo que frenar.
La bicicleta fue propiedad de Laidlow, que selló el mejor segmento de siempre en los 180 kilómetros y pudo abrir un espacio de tiempo con los noruegos que, si bien no parecía suficiente, era su única opción para intentar llevarse el triunfo final. Iden y Blummenfelt se bajaron juntos de la bicicleta y salieron juntos a correr, como hacen prácticamente a diario ya sea en Hawaii o en Sierra Nevada, donde suelen entrenar, y poco a poco fueron recortando distancia a in Laidlow que estaba pagando cara su apuesta. El método de entrenamiento de los noruegos, muy en entredicho por las técnicas innovadoras y por el secretismo que las envuelve, dio una vez más sus frutos cuando Iden decidió cambiar un poco el ritmo. Blummenfelt, hasta entonces vigente campeón del mundo Ironman, pero también olímpico y de las World Series, no pudo seguir el nuevo paso de su compatriota y tuvo que conformarse con el bronce, entrando a menos de un minuto de Laidlow, que no resistió las envestidas de un Iden que se erigió como el más consistente y paró el crono en el mejor tiempo de siempre realizado en Kona (7:40:24). Su entrenador había asegurado que habría que correr por debajo de 7:45 para ser campeón, pero lo que no sabía era que incluso corriendo en 7:45 un triatleta se habría quedado fuera del podio en la prueba más rápida de siempre en la que hasta 10 corredores consiguieron bajar de las 8 horas.
Imagen de cabecera: Getty Images
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