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Baloncesto

Retener talento: misión imposible

Ayer martes, la sección de deportes de Diario Sur adelantaba la posible salida de Mario Saint Supery a la NCAA. El malagueño, que está siendo una de las sensaciones de la ACB en Baxi Manresa, es una de las grandes esperanzas del baloncesto español. Su estilo de juego potente, en ocasiones alocado y capaz de penetrar sin importar el rival que esté delante, recuerda al de Sergio Llull cuando era otro adolescente

El talento y la proyección de este chico son indudables, y pertenecen a Unicaja. Parecía evidente que, tras esta campaña cedido en Manresa, Saint Supery volvería a casa para la 25/26, pero ha aparecido el ogro que empieza a asolar al baloncesto europeo: la NCAA. Desde que en EE. UU. se permite que el deportista universitario gane dinero gracias a acuerdos de patrocinio y que las propias universidades paguen el dinero de las cláusulas de rescisión a los clubes europeos, se antoja imposible competir contra ellos. Y es triste, porque ya no te quita los jugadores la poderosa NBA, te los quitan las universidades. Y el agente de Mario ya está explorando, junto a Unicaja, la manera de desvincularse para que el chico juegue en la NCAA. 

Pero no sería el primero, tenemos los casos del español Aday Mara, que dejó la ACB y Zaragoza por jugar en la prestigiosa UCLA, Egor Demin, por el que la universidad de Brigham Young pagó casi 500.000€ al Real Madrid (lo mismo que desembolsó el club blanco por Andrés Feliz, para que nos hagamos una idea), Ismaila Diagne, que puso rumbo a Arizona, Kasparas Jakucionis, la estrella de la cantera del Barça que se fue a jugar a Illinios o el reciente caso de Dame Sarr, que ha dejado tirados a los culés a mitad de temporada para jugar el Nike Hoop Summit y que las universidades se peguen por él. Son ejemplos que dejan muy claro que la tendencia ha cambiado. 

Los jóvenes cada vez ven más difícil poder disputar minutos de la verdad en la ACB, y temen que su carrera o su proyección se estanquen. La realidad es que a los entrenadores ACB no les pagan para desarrollar jóvenes, les pagan para ganar. Y en esas, son muy poquitos los que se atreven a intentar ganar mientras dan cancha a los chavales. Y si lo piensas fríamente y tratas de ponerte en la piel del entrenador, que además tiene el trabajo más ingrato, pues a lo mejor actuaríamos igual. 

El tema es que ya no hay manera de competir con EE. UU., porque antes podías jugar la baza de que aquí el chaval formaba parte de la primera plantilla y cobraba como tal, mientras que en la NCAA no veía un duro. Ahora ni eso, allí tienen más exposición, mejores instalaciones, físicamente mejoran más, juegan más minutos que aquí y encima, ganan más dinero. Y si les sale “mal” y no son seleccionados en el draft, siempre tendrán la oportunidad de volver a España o Europa. ¿Cómo no se van a ir? 

Que un chico como Dame Sarr haya preferido jugar un partido amistoso de exhibición en vez de unos playoffs de la Euroliga, o que Mario Saint Supery esté buscando la manera de ir allí en vez de ser pieza importante en el club de su vida que, además, vive un momento boyante, son los ejemplos más esclarecedores de esta nueva normalidad. 

🏀 Amante del deporte, loco del baloncesto y devoto de la Euroliga. 🎙️Comunicador y creador de contenido en @2Colegas ➡️Colaborador en @SpheraSports y Codere+

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