Desde que el AC Milan ganara la Champions League en la 2006-2007, el equipo no ha hecho más que ir en caída libre, cuesta abajo y sin frenos. Uno de los clubes más laureados de todos los tiempos que no ha sabido manejarse entre los mortales. Dicen que lo difícil no es llegar, sino mantenerse. Pero cuando tu hábitat natural es la excelencia, cuando las victorias y los títulos llegan casi por inercia y cuando todo sale siempre a pedir de boca, la situación puede dar un giro completo. Porque entonces, una pequeña piedra en el camino, un traspiés inoportuno, te hace caer de bruces y ya se es incapaz de volver a coronar la cima del éxito.
Les ha pasado a todos en mayor o menor medida y, a quien no, ya le pasará. Lo vive el Liverpool, uno de los equipos más laureados de todos los tiempos que lleva 20 años sin ganar una Liga. Y que solo peleó una en todo ese tiempo, la del fatídico resbalón de su capitán. Le ha pasado al Barcelona, que en la época pre-Ronaldinho era un quiero y no puedo. Le pasó al Atlético, dominador en los 70, protagonista en los 80 y gigante aletargado durante década y media tras la consecución del Doblete a mediados de los 90. También al Manchester United, que no ha sabido digerir la marcha de Sir Alex Ferguson. Incluso al Ajax de Ámsterdam, mermado por el hándicap de jugar en una Liga con un nivel paupérrimo que hace emigrar pronto a su siempre prolífica cantera.
Y esto tan común también pasa en los dos lados de Milán. Son los rossoneros los que, cansados de vagar por el inframundo de una Serie A que mejora a pasos agigantados pero que tampoco es nada del otro jueves, han decidido a golpe de talonario plantarle cara a la todopoderosa Juventus. Los de Turín han perdido piezas importantes y tendrán que lidiar con la dolorosa sensación de perder la Champions League (dos veces en tres años), un golpe demasiado duro para el que ningún equipo suele estar preparado. El equipo de Allegri sigue dominando en Italia, pero el brazo ejecutor cada vez es más corto. Por eso, para el ex equipo de Berlusconi es ahora o nunca.
El Milan va muy en serio. Solo así se entiende que, pese a todo lo gastado, siga siendo el principal agitador del mercado y su nombre salga vinculado en cada traspaso de tronío. Por eso, no contentos con el fichaje de un delantero prometedor que ya es una realidad como André Silva, que solo puede mejorar, en la palestra sigan saliendo los nombres de Aubameyang, Belotti o Diego Costa, que podría llegar cedido hasta enero. Solo así se entiende que su mejor jugador la temporada pasada, Suso, pueda incluso no tener sitio en el once inicial indiscutible para el nuevo curso.
Debilitando a sus rivales y fichando oportunidades de mercado, el Milan ha dejado atrás toda la morralla, se ha deshecho de todo lo que sobraba y se ha dedicado a construir un equipo competitivo del que Montella deberá hacer un campeón. En esta última década, el Milan solo ha levantado una Liga. Fue la 2010-2011, donde contaban con un prometedor Pato, un Robinho que parecía no iba a ser gaseosa, un Ibrahimovic determinante y jugadores de la vieja guardia como Gattuso, Nesta, Pirlo o Seedorf.
A los cuatro años seguidos sin entrar en competición europea había que ponerle freno y de la mano del nuevo dueño, el chino Li Yonghong, los de Milanello tienen que volver a la grandeza que les pertenece por historia, por institución. Y mientras todos miraban para qué lado soplaba el viento, en San Siro ya habían empezado las contrataciones. Para empezar la casa por los cimientos, se aseguraron la continuidad de Donnarumma, digno sucesor de Buffon para dos décadas y el culebrón que más les ha traído de cabeza.
Se hicieron con Ricardo Rodríguez (18M) en lo que es uno de los chollos del mercado. El Wolfsburgo, que jugó la promoción para no descender, no estaba en condiciones de pedir los más de 30 millones que había reclamado en otros mercados por el suizo y tuvo que venderlo a las primeras de cambio. Estuvieron rápidos. Aprovecharon también la coyuntura entre la Juventus y Bonucci y, cuando tenían la defensa cerrada y apuntalada, tuvieron que hacerle hueco a uno de los mejores zagueros del mundo, si no el mejor, por solo 40 millones de euros (una ganga, para cómo está el mercado). Acompañará a Musacchio (18M) y Romagnoli, mientras que en la derecha estará Conti (23M), una de las sensaciones del campeonato con su buen año en el Atalanta.
Del mismo Atalanta llegó Kessie (28M), un joven prometedor de 20 años. Mientras todos peleaban por intentar rebajar su precio, el Milan ofertaba sin pensarlo. A su lado estará Lucas Biglia. Si bien genera impresiones positivas y negativas a partes iguales, lo cierto es que el argentino ha sido el generador de juego de un Lazio que ha estado siempre por delante del equipo rossonero y que ha luchado cada año por estar entre los cuatro primeros. Del mismo modo que Ricardo Rodríguez ha llegado el turco Calhanoglu (20M), a un coste inferior a su valor de mercado escudado en el mal año del Bayer Leverkusen.
Para fondo de banquillo ha llegado Fabio Borini y la guinda del pastel, hasta la fecha, fue la de André Silva, que no debería tardar en convertirse en uno de los mejores nueve del mundo. Siguen sonando nombres, como el de Keita Baldé, loco por la música, Kalinic, que va a salir de Florencia o el de los delanteros antes nombrados. También Renato Sanches, que no encuentra su sitio tras la salida de Benfica y cuyo caché es elevadísimo.
Sea como fuere, a día de hoy, el Milan tiene un once titular para hacer soñar a los suyos con volver a ser grandes y un fondo de banquillo totalmente aseado para competir en las tres competiciones que deberá enfrentar esta temporada. Porque los italianos volverán a Europa (Europa League) este curso siempre y cuando sean capaces de solventar la ronda previa. Jugadores que otros años eran importantes, como Bacca, Suso, Bonaventura o Sosa, a día de hoy no tienen la titularidad asegurada y muchos de ellos ni siquiera sitio. Promesas como Mauri o Locatelli podrán crecer al lado de jugadores de verdad que no les den mayor responsabilidad de la que deberían tener. Un nuevo delantero sería el culmen del buen fichar. A base de talonario sí (190 millones gastados en siete jugadores), pero de moverse bien en el mercado. Después de tantos años de medianías, la afición se lo merece. El fútbol necesita al Milan de vuelta.
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