Johan Cruyff no es un hombre cualquiera. Ha sido uno de los mejores jugadores de la historia y el padre del 4-3-3 y de la consecuente base del mejor Barça. Ahora, luchará por unirse, si Dios quiere, a ese maravilloso grupo de gente en el mundo que ha superado un cáncer. Afronta, por tanto, el partido más importante de su vida porque el fútbol no deja de ser un juego, un simple entretenimiento, mientras que la vida, en cambio, es una bendición.
Primero a través de todas sus facetas como futbolista y luego dando órdenes y aplicando su inteligencia desde los banquillos, Cruyff se convirtió en un icono del fútbol.
Su carrera como jugador, como no podía ser de otra manera, puesto que es un denominador común que comparte la gran mayoría de las leyendas, arrancó muy pronto, antes de la mayoría de edad: con 17 años, Rinus Michels le dio la alternativa. “Fue como el padre que no tenía. Sabía lo que pasaba en mi casa y hasta me llevaba al médico si me ponía enfermo. Cuando me hizo debutar, decía que estaba muy delgado y me preparó una serie de entrenamientos especiales para mejorar mi físico, porque sabía que con la pelota en mis pies, no había problemas”, explica.
Tras un exitoso paso por el Ajax, con el que ganó 10 títulos nacionales, entre los que destacan tres Copas de Europa, fichó por el Barça, no sin previamente negociar con el Real Madrid. Finalmente, se dejó llevar por su deseo y cuajó el traspaso más caro de la época: unos 60 millones de pesetas. No ganó títulos, pero sí contó con el incondicional apoyo de la afición. Su fantástica adaptación a la cultura catalana contribuyó a ello. Tal y como es habitual en Can Barça, su despedida no estuvo a la altura de las circunstancias y marchó peleado con la directiva. La NASL estadounidense, el Levante, el Ajax y el Feyenoord completaron su carrera deportiva.
Tras conquistarlo todo en el fútbol como jugador, el Tulipán de Oro dio el saltó a los banquillos. Abogó por la innovación y no defraudó. Desde clases de cómo respirar con cantantes de ópera a enseñar con las cartas como tener la baraja ganadora, Cruyff marcó un antes y un después. Implantó sus ideas en el Barça y así llegó la primera Copa de Europa de la entidad en 1992. Antes, en 1991, el holandés había superado una intervención a corazón abierto.
El matiz, lo que diferencia a su equipo del resto, estaba claro: «si tienes la pelota no hace falta defender, porque sólo hay una pelota» o «al fútbol siempre debe jugarse de manera atractiva, debes jugar de manera ofensiva, debe ser un espectáculo» son dos de sus miles de frases míticas que así lo atestiguan. En otras palabras, la ejecución de un ‘fútbol total‘, previamente elaborado por Rinus Michels.
Más allá de todo lo logrado, lo más importante y lo que más agradece la afición culé es que El Flaco cambió la mentalidad del Barça hasta convertirlo en un club ganador: de hecho, la entidad barcelonista ha logrado tantos títulos desde su contratación como en los 71 años anteriores de historia, 42. De ellos, destacan las cinco Ligas de Campeones que contrastan con las cero que acumulaba hasta 1992.
Por todo ello, por la huella que ha dejado en el mundo del fútbol, desde Sphera Sports queremos desearle toda la suerte del mundo y estamos convencidos de que también ganará esta compleja batalla. ¡Regatéalo, Johan!