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Fútbol Internacional

Recuerdos de Belgrado

Este fin de semana se jugó uno de los partidos más célebres y peligrosos del panorama internacional. El famoso derbi de Belgrado (Serbia). Estrella Roja – Partizan. Un partido al que un servidor pudo asistir años atrás cuando era jugador del FK Indija de la Superliga Serbia. Curiosamente, mi entrenador por aquel entonces es ahora el actual entrenador del Partizan. Posiblemente, el mejor entrenador que tuve en metodología y trabajo de campo, ojalá pudiera decir lo mismo fuera del verde.

Lo cierto, es que una de las primeras cosas que hice a mi llegada a Serbia, fue ojear cuándo sería el derbi. Les volvía locos a mis compañeros con ello. Había ido a ambos campos, había visto la Euroliga, la Champions en el Rajko Mitic, o también conocido como ‘Pequeño Maracaná’ (Estrella Roja), a más de 50.000 adeptos llevar en volandas a su equipo hacia la fase de grupos de Champions en un ambiente eléctrico. No había el más mínimo atisbo de que el Young Boys ( Suiza) saliera con vida de allí.

Como anécdota diré, que el Estrella Roja no calienta en el estadio. Tienen un campo anexo al estadio; una especie de ciudad deportiva y es allí donde calientan. Dicen que entrar al estadio sin haber calentado previamente les da un extra. Tradiciones.

Nosotros con el FK Indija también jugamos en ese mismo escenario. Recuerdo llegar al estadio en un bus de línea, ni ellos ni nosotros nos lo podíamos creer. Antes del partido me encontré con José Alberto Cañas (ex Betis, Swansea, Espanyol) y recuerdo que me dijo: ¿En serio habéis venido en eso?” Fue tremendo.

Lo que más me llamó la atención fue el famoso túnel de la muerte, también estaba famélico por verlo. Dos semanas atrás había jugado Portugal contra Serbia y tuvieron que pintarlo. Un túnel infinito, estrecho, en el que las luces están medio fundidas, en el que estás sintiendo encima de tu cabeza miles de aficionados que vibran, jugando su partido, en el que intentan colar bengalas, y en el que, justo metros antes de la salida, ves a auténticos armarios armados, vestidos de policía. Ese es el famoso túnel de la muerte en un día normal.

Jugamos un partido espectacular, nos pusimos 0-1 y el árbitro se inventó un penalti, sin exagerar, un metro fuera del área. Se puede ver en YouTube. Nos ganaron por agotamiento, era imposible acabar el partido sin una victoria local. Ese año nos pitaron 13 penaltis en contra solo en la primera vuelta, hasta mi presidente bajó un día al medio del campo y nos invitó a irnos, era fragante. Tiempos preVAR.

Volviendo al derbi, me estaba siendo muy complicado encontrar tickets, pero era tal mi insistencia con el partido que un compañero, ex jugador de Partizan, me sorprendió regalándome dos entradas. “Te lo mereces, disfrútalo”. En un perfecto castellano. El partido coincidió con la visita de mi pareja, así que no se me ocurrió un plan más romántico que ir los dos juntos hasta el estadio Partizan para ver uno de los encuentros declarados más peligrosos del mundo.

Recuerdo estar a 2,3 km del estadio y sentir en el ambiente, en el suelo, que había algo. Una vibración que te avisaba de que se avecinaba algo importante. La llegada a los aledaños del estadio fue algo insólito, al menos para mí. El despliegue policial era infinito; perros, caballos, coches blindados, policías muy bien equipados, un ruido y un ambiente ya en la antesala del partido que te invitaba a pensar que estábamos ante un acontecimiento diferente.

Conseguimos encontrar nuestro asiento a pesar de que los tickets estaban en cirílico (lengua materna serbia), gracias a la ayuda de algunos aficionados. El partido no solo se jugaba dentro, se interrumpió en innumerables ocasiones. Los aficionados del Partizan bombardearon con bengalas, piedras, palos, a los aficionados visitantes, celebraban su precisión como si se tratara de una especie de mini goles y viceversa.

Pudimos ser testigos de un despliegue a nivel de tifos, coreografías y cánticos espectaculares. Un partido en el que no hay chance de presenciarlo sentado. El fútbol se ve de pie, se le rinde pleitesía.

Una pasión desmedida, que solo el fútbol tiende a justificar de alguna forma. El partido lo ganó el Partizan de Savo Milosevic, que contaba en sus filas con unos jóvenes desconocidos por aquel entonces como: Umar Sadiq (Valencia), Strahinja Pavlovic (Milan) y Takuma Asano (Mallorca) entre otros, ante un Estrella Roja inoperante, en el que tan solo se pudo apreciar pinceladas del talento de Marko Marin (2-0).

Un día que todavía me eriza todo el cuerpo cuando veo que ambos equipos se enfrentan. Su fama le precede, por eso el derbi de Belgrado es único y nosotros, fuimos testigos de ello.

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