Un velódromo. Una hora de esfuerzo continuado sobre una bicicleta. Una distancia a cubrir en 60 minutos. Después de más de una década en el que esta disciplina del ciclismo quedó en el más absoluto de los olvidos, el récord de la hora ha vuelto a ponerse de moda. Jens Voigt lanzó el órdago el pasado mes de septiembre y desde entonces ya son varios los ciclistas que se han unido al reto.
Eddy Merckx, que consiguió el récord en 1972, lo definió como uno de los mayores esfuerzos que había realizado en su vida. 80 años antes, Henri Desgrange, posteriormente impulsor del Tour de Francia, había marcado el primer esfuerzo de la hora homologado en algo más de 35 kilómetros, si bien en el verdadero pionero fue el inglés James Moore en 1873. El caso es que desde entonces, reconocidos ciclistas como Lucien Petit-Breton, Oscar Egg, Fausto Coppi, Jacques Anquetil hasta llegar a Merckx, que lo dejó en 49,431 kilómetros.
En la década de los ’80, ciclistas y sobre todo las empresas fabricantes de bicicletas vieron un filón en el récord de la hora. El esfuerzo puro pasó a ser un factor más en un reto en el que la importancia del material cobraba mayor importancia. El diseño extravagante para el purista pero aerodinámicamente más efectivo de las bicicletas, construidas específicamente para la ocasión, permitieron que se dispararan los récords, dando publicidad y renombre tanto a ciclistas como a las empresas.
Comenzó con Francesco Moser en 1984, con 51,151 kilómetros, y continuó en 1993 con Graeme Obree, que construía sus propias bicicletas con novedosas estructuras y posición sobre ella, Chris Boardman, Miguel Indurain y Tony Rominger. Boardman lo dejó 56,375 kilómetros en 1996, antes de que la UCI decidiera cambiar las normas y señalar como récords oficiales solo los conseguidos con bicicletas convencionales, dejando estos últimos como “Mejor esfuerzo humano”.
Esta modificación de la reglamentación provocó que el récord de la hora cayera en el olvido. Boardman puso el récord convencional en 49,441, superando a Merckx, y posteriormente el semidesconocido Ondrej Sosenka, en 2005, en 49,700 kilómetros. Completamente abandonado, la UCI volvió a cambiar las normas para permitir cualquier bicicleta que esté homologada para ciclismo en pista. Y el récord de la hora revivió.
Jens Voigt, el veterano e infatigable ciclist alemán fue el primero en septiembre. Un reto antes de su retirada, un día después de cumplir los 43 años, 51’110 kilómetros en una hora. Tras él, no son pocos los que se han unido a intentar el récord. De hecho, el austríaco Matthias Brandle lo batió en Aigle (Suiza), dejándolo en 51’852 kilómetros el pasado 31 de octubre.
Y ya han puesto fecha para el récord de la hora otros tres ciclistas: el australiano Jack Bobridge el 31 de enero en Melbourne, su compatriota Rohan Dennis el 8 de febrero en Grentchen (Suiza) y el inglés Alex Dowsett el 27 de febrero en Londres. Bradley Wiggins, vigente campeón mundial de contrarreloj, ya ha confirmado que lo intentará batir en enero, tras disputar el Giro de Italia. También han anunciado su intención de batirlo este año los daneses Rasmus Quaade y Alex Rasmussen y el neerlandés Thomas Dekker.
La fiebre por el récord de la hora se ha vuelto a disparar. Ciclistas de todo tipo, jóvenes y veteranos, estrellas o menos conocidos para el gran público, están mostrando su interés por este evento, así como el público. Algunos para apercer en el libro de los récords de forma efímera, otros para dejar una marca fuera del alcance del resto, como Wiggins o Cancellara y Tony Martin si finalmente se lanza. El reto está lanzado.