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Reconstruirse

Hubo
una época en la que España creyó de veras que poseía la verdad absoluta, la del
fútbol de posesión en la que la victoria tampoco se negociaba: llegaba por el
aplastamiento de una selección que parecía ser inmortal. Sin embargo, el
balompié es una religión politeísta que dicta que nada te asegura el triunfo.
La roja, en este Mundial, sigue enfrascada en un narcisismo construido en los
éxitos añejos pero que debe admitir que necesita unos matices si quiere
levantar la copa a mediados de julio.

Hierro
ha seguido con la idea de base de Lopetegui: un 4-3-3 en el que Isco y Silva
ocupan los flancos para acabar aglutinando el juego por dentro. Aun así, toda
teoría tiene sus problemas y la de España tiene una muy clara: la falta de
movilidad. Los repliegues de sus rivales en este Mundial están significando que
los españoles aúnan mucho cuero pero solo Costa suele tirar desmarques al
espacio. España, por ello, estila a encontrarse en una tesitura en la que hay
mucho balón al pie y en la que el repartimiento de espacios no es el mejor ya
que en muchos momentos acostumbran a pisarse entre sí. Además, Piqué y Ramos suelen
encontrarse muy distanciados de su propio centro del campo por lo que correr
para atrás es un ejercicio tormentoso y en el que, normalmente, se encuentran sin
compañía.

Isco,
ante esta coyuntura, ha decidido coger el toro por los cuernos. El malagueño,
según datos de Opta, es el jugador del Mundial que más regates ha realizado y a
la vez el que más balones ha perdido. Si hay algo necesario en el deporte y en
la vida es el riesgo. El del Real Madrid entiende así su fútbol y casa con la
responsabilidad que su país le implora: el desborde, un recurso tan olvidado
como necesario en este deporte.

Del
Bosque en Sudáfrica acabó introduciendo muchos cambios en los últimos choques
del torneo y puede que Hierro haya tomado nota. Hay momentos en los que es
necesario tirar el traje y la corbata para ponerte unos tirantes y unas
chanclas, especialmente si vas a la playa. España tiene gente en el banquillo que
puede cambiar el discurso, aunque ellos no estén directamente relacionados con
el pasado más glorioso del combinado. No es el momento para reconstruirse pero
sí de ser proactivo antes de que sea demasiado tarde.  

Martorell (Barcelona), 1996. Periodista freelance. Amante del fútbol y loco por la Premier League. En mis ratos libres intento practicarlo.

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