El Real Madrid conquistó su duodécima Copa de Europa y se convirtió en el primer equipo en ganar dos ediciones consecutivas de la Liga de Campeones al vencer por 4-1 a la Juventus gracias, entre otras muchas cosas, a su espectacular juego en la segunda parte y la voracidad de Cristiano Ronaldo, autor de un doblete.
El equipo de Zinedine Zidane consolidó una era dorada al llevarse tres de las últimas ediciones de la Liga de Campeones en un año en el que se llevó Liga española y Copa de Europa, un doblete que no ganaba desde 1958. Lo hizo con un desempeño brillante en los segundos 45 minutos ante un rival aturdido por el movimiento de balón de su contrario y la presión adelantada.
Dentro del escaparate colectivo que mostró el Real Madrid, una figura sobresalió por encima de todas. Fue la de Cristiano Ronaldo, de nuevo decisivo en un partido trascendente. Ahora mismo no parece que haya otro futbolista capaz de inquietar la conquista de su quinto Balón de Oro.
Los dos equipos salieron con lo esperado: el Real Madrid contó con Isco y la Juventus diseñó una línea de cuatro defensas con Barzagli como lateral. Durante los primeros minutos se jugó a lo que quiso el conjunto italiano porque robó pronto y acumuló llegadas en transiciones rápidas.
El Real Madrid comenzó a sentirse más cómodo cuando mejor cuidó el balón. El resto lo puso su dinamita: su primer remate fue gol. Llegó a los 20 minutos y fue producto de una gran combinación que inició Kroos, quien pasó a Cristiano Ronaldo, éste se la puso a Dani Carvajal y el balón fue de nuevo para el portugués, quien conectó un mortífero remate.
Pero poco tiempo pasó para comprobar el impacto del tanto, pues la Juventus igualó a los 27 minutos. La acción contó con la pasividad de la defensa madridista y el resto lo hizo Mario Mandzukic con un sorprendente remate de espaldas a la portería que sorprendió a Navas.
El Real Madrid había perdido una buena oportunidad de asentarse con su gol y estuvo muy incómodo casi hasta el final de la primera parte. La Juventus enseñó el tamaño de su muro defensivo, descomunal y milimétricamente construido, y los blancos tuvieron problemas no sólo para llegar al área contraria, sino para progresar mínimamente en campo enemigo. Las tablas dejaban abierta la final para una segunda parte que prometía grandes emociones.
Pero qué diferente fue lo que ocurrió en la segunda parte. De repente, se vio a un Real Madrid muy reconocible, un equipo capaz de recuperar pronto el balón y de manejarlo con brillantez. Sus movimientos fueron casi de ballet y la Juventus comenzó a perseguir sombras, siempre llegando tarde.
Su segundo gol, a los 61 minutos, fue la consecuencia lógica de su juego. Casemiro vio la llegada de un balón volado y disparó desde fuera del área. Tuvo la fortuna de que la pelota tocó levemente en Khedira, lo que despistó a Buffon, quien sólo tocó el balón para sacarlo de la red.
El Real Madrid marcó la diferencia porque quiso más. Tres minutos más tarde, en otro robo de balón, Modric progresó hasta la línea de fondo y sirvió para que Cristiano Ronaldo marcara con un habilidoso remate. Fue el decimosegundo tanto del portugués en esta Liga de Campeones, diez de ellos a partir de cuartos. Y así alcanzó los 600 tantos en su carrera. Números para una leyenda.
Ahí estaba el equipo campeón de Europa. No sólo por su ya notable diferencia en el marcador, sino por su estética. Zidane ha construido un equipo de múltiples registros que llegó al final de temporada como un cañón y así lo demostró en el partido del año.
La Juventus asistió en estado de shock a la exhibición blanca. En un solo partido, la final, había recibido tantos goles como en el resto del torneo. No supo cambiar de registro. Tenía un plan, defender y contraatacar, y cuando el duelo exigió otra cosa no ofreció otra variante. Cuadrado y Marchisio no aportaron nada, e incluso el colombiano se fue expulsado. El conjunto turinés tendrá que seguir esperando a otro año para ganar una Liga de Campeones en este siglo.
El duelo ya sólo quedó para anécdotas. Como la entrada de Bale en el campo a 14 minutos del final para jugar en su ciudad, la expulsión de Cuadrado y el último gol del Real Madrid en el descuento, obra de Marco Asensio tras una gran jugada de Marcelo. Así, con semejante autoridad, se coronó el Real Madrid como indiscutible rey de Europa. Otra vez. En la cima.