Los Cuartos de Final de la presente Champions League nos habían deparado un plato principal: el Clásico Europeo. Bayern y Real Madrid volvían a encontrarse, tras 22 apasionantes encuentros, todos ellos con su historia, en la máxima competición europea. En la noche de ayer, se pudo vivir el primer envite de una eliminatoria que decantará la balanza hacia uno de los dos bandos, tras cinco eliminatorias ganadas por cada uno de los dos equipos en sus anteriores enfrentamientos.
Los prolegómenos a la disputa del encuentro deparaban cierto favoritismo al conjunto bávaro. Cómodo líder en la Liga Alemana y camino firme en la competición europea, anotando diez goles en la anterior eliminatoria ante el Arsenal. Además, el equipo muniqués contaba sus partidos en el Allianz Arena por victorias desde que cayera por 0-4 ante el propio Real Madrid en semifinales, dos temporadas atrás. Por su parte, el Real Madrid, dirigido por Zinedine Zidane, discípulo de su rival en el banquillo, Ancelotti, generaba dudas pese a su liderato en la competición doméstica por su fútbol, siempre examinado con lupa y expuesto a debate futbolístico.
El encuentro comenzó bajo el guión esperado. Un Bayern sólido y convencido arrinconaba al Real Madrid en su área, en unos diez primeros minutos que presagiaban sufrimiento para los blancos. Superado el primer arreón, el conjunto merengue pareció desprenderse del dominio local, encontrar la calma necesaria y apoderarse del control del balón. Buenos minutos madridistas culminados por un remate de Benzema al palo que puso fin a la reacción merengue. Los de Ancelotti volvieron a hacerse con el mando, conscientes de la importancia de adquirir ventaja en el marcador aprovechando el factor ambiental. Y así fue como Arturo Vidal, a la salida de un córner precedido de minutos de acoso muniqués logró adelantar a los suyos con un inapelable remate de cabeza. De ahí, hasta que el colegiado señalara el camino de los vestuarios, el dominio continuó siendo local, aunque el Madrid volvió a tener su ocasión en un excelente disparo de Cristiano desde fuera del área que Neuer desviaría a córner.
Pero antes de llegar al descanso, se produjo un acontecimiento que pudo ser clave en el devenir del encuentro y la eliminatoria. Disparo de Ribery y dudoso penalti por supuesta mano de Carvajal. Un momento muy delicado, psicológico, que Arturo Vidal desaprovechó para haber podido sentenciar a un equipo al que nunca debes dejar vivo.
El paso por vestuarios modificó el guión considerablemente. El Real Madrid saltó al terreno de juego con otra actitud, consciente de la necesidad de reacción para que las opciones de revalidar título no se esfumaran. Y así, en el minuto 47, Carvajal puso un centro medido y potente que Cristiano Ronaldo dirigía sutilmente al fondo de la red. Nada pudo hacer Neuer. El equipo bávaro veía como el escenario pasaba de un posible 2-0 con una primera parte muy meritoria al empate en cuestión de 2 minutos. El golpe fue duro para los de Ancelotti, y no conseguirían reponerse de él.
El Real Madrid olía la sangre, y cuando los madridistas detectan debilidad, tarde o temprano cazan a la presa. Así, Bale estuvo cerca de adelantar a su equipo en un remate similar al del gol alemán. Sin embargo, Neuer comenzó un recital que no cesaría. Esta sería la última aparición de Bale, mermado físicamente, que dejaría su lugar en el campo al prometedor Marco Asensio. La perla madridista terminó de cambiar el signo del partido, fue la guinda a un pastel que se estaba cocinando desde la renaudación pero que precisaba de ese último toque de orden y calidad que Asensio se encargó de añadir para que el dominio blanco fuera total hasta el pitido final. Clave también la justa expulsión de Javi Martínez por doble amonestación a falta de 30 minutos para el final.
Media hora. Demasiado tiempo por delante y un Real Madrid convencido de mostrar su autoridad en Europa, incluso antes de su superioridad numérica. La expulsión no debe restar mérito al rendimiento madridista, ni a la actuación de Marco Asensio, clave en la ebullición madridista, ya que el dominio absoluto del partido ya recaía sobre los de Zidane, que supieron leer el encuentro a la perfección. Sólo Neuer logró evitar que la eliminatoria quedara cerrada en el Allianz. Sus paradas a Benzema y Cristiano Ronaldo fueron tan meritorias como decisivas. Sin embargo, poco pudo hacer ante un remate inapelable de Cristiano facilitado por un excepcional centro de Marco Asensio. Sería el definitivo 1-2, pese a que el Real Madrid logró transformar su dominio a través de control, movilidad, paciencia y cambios de orientación en ocasiones que finalmente no lograron dejar la eliminatoria sentenciada.
El Real Madrid terminó ofreciendo una insultante superioridad, sustentada por la dosis de confianza que aporta haber levantado el máximo título continental en dos ocasiones en los últimos tres años. Un golpe de autoridad propio de aquel que domina Europa, al alcance de los elegidos, en un escenario imponente y de extrema dificultad.
El Bayern claudicó en el Allianz en Champions, quince partidos después, ante idéntico rival. Una Champions League, competición por excelencia del fútbol europeo, en la que el Real Madrid sueña con volver a hacer historia: ser el primer equipo que logre revalidar el título. Las sensaciones mostradas ayer lo confirman como firme candidato a conseguirlo.
Vocación de periodista. Pasión por el fútbol, especialmente Segunda División Española. Escribo en @SpheraSports.
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