Dice
Google Maps que de Goodison Park a Anfield tienes que andar 18 minutos. La
realidad es que he hecho este camino más de una vez, pero nunca recuerdo el
tiempo exacto, quizás porque me despiste en el trayecto. Liverpool, una de las
capitales del fútbol inglés, tiene sus dos grandes estadios a tiro de piedra.
Sin embargo, la ciudad de los Beatles tiene un vecino al que vio en necrológicas hace un lustro y que ahora ha vuelto a la League One. El Tranmere
Rovers se esconde al otro lado del río, como si quisiera alejarse de las
ínfulas de la archiconocida Premier League, parapetado por el mastodóntico
Mersey. Allí, en un estadio de 15.000 personas han vuelto a evocar recuerdos de
aquella época en la que los Rovers estuvieron a unos pasos de desarrollarse entre
los más grandes, cuando se quedaban a un partido de ver fútbol de máximo nivel
en Prenton Park.
El
conjunto que ahora dirige Micky Melon sufrió un golpe durísimo, casi
irreversible, a mediados del año 2015. El Tranmere perdió su etiqueta de equipo
profesional tras descender a lo que de verdad sí son las catacumbas. La
National League proporciona reveses de los que muchos conjuntos de enjundia no
suelen recuperarse ya que no suministran los recursos suficientes para
entidades deterioradas, como podía ser la del conjunto peninsular. Una derrota
ante el Plymouth Argyle confirmó el destino que los peores -pero a la vez los
más realistas- oráculos habían previsto. El Tranmere no habitaría en una
categoría profesional por primera vez en 94 años. Tocaba bajar al barro.
Su
primera oportunidad para volver a la pirámide de la élite inglesa concluyó en
una tarde idónea para romper el maltrecho corazón de la Super White Army: cayendo
en la final del playoff ante el Forest Green. Aquella postergación sirvió al
cuadro de Mellon para mejorar pese a que no se asemejaba un año triunfal en el
prólogo: su inicio de curso en la 17/18 fue para olvidar. Sin embargo, una gran
racha de resultados les llevó de nuevo al templo del balompié inglés para, esta
vez sí, volver al lugar que siempre han merecido.
En
la 18/19 el Rovers arrancó su curso con los clásicos clichés de recién
ascendido: “debemos llegar a la cifra mágica de 40 puntos, o más, para
salvarnos”; “tenemos que disfrutar de esta nueva categoría”. Sin embargo, un
buen inicio, la regularidad del conjunto y los goles de James Norwood le dieron
otro enfoque. Quizás, por qué no, se podía subir. Con 46 partidos y 7 equipos
con premio en una competición cada día más loca, la compensación nunca está
lejos con una temporada notable. Y la del Tranmere ha sido excelente. Norwood
acabó igualando a Kun Agüero con 32 dianas entre todas las competiciones, lo
que muestra el nivel del delantero inglés, que marcó en las semifinales del
playoff de ascenso ante el Forest Green, un viejo conocido.
En
Wembley no consiguió superar al argentino pero su conjunto, con un gol en el
119, volvió a dar una alegría para una zona un poco olvidada. Para cruzar el
río solo puedes ir en Ferry o pagar el peaje de un túnel que pasa por el agua, cortando
todo el Mersey. Si vais con un coche alquilado deberéis tener cuidado; el
hombre que marcó los mismos tantos que Agüero ha sido multado por aparcar mal
su vehículo en las celebraciones del ascenso por el ayuntamiento de la
localidad. Por Twitter ya ha pedido que le anulen la multa o que pueda abonarla
a la beneficencia. Si se la quitan podrá pagar el nuevo peinado que prometió si
superaba al delantero del Manchester City: “No puedo copiar su apariencia de
zorro plateado. Pero es gracioso porque parece que cuanto más pelo pierdo, más
goles marco, así que incluso podría pedir una rapada la próxima vez que vaya a
la peluquería». Quizás en aquella diminuta región le permiten raparse
gratis mientras no se cumplan los rumores que le colocan en el Championship. El
Rovers, aun así, en su pequeño refugio, vuelve a ser feliz.
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