“Incendio Rangnick”. “Cisma en el vestuario del Manchester United”. En este empleo tenemos una terrible costumbre: exagerar las cosas hasta la extenuación. El maldito clickbait nos ha llevado a perder la confianza de los lectores, que no son tontos. En los red devils parece que ocurre algo parecido: al mínimo problema nadie cree en nadie. Alex Ferguson, que otea los encuentros desde la grada que lleva su nombre, sigue proyectando una sombra que oscurece a todos los técnicos que se atreven a sentarse en el banquillo del teatro de los sueños. Ahora le toca al germano, que se encuentra en el punto de mira de todos los opinadores del conjunto mancuniano.
«Rangnick es un director deportivo, no un entrenador», aseguraba Paul Scholes tras el empate ante el Southampton. Quizás el entorno tampoco ayude: las expectativas de la entidad están muy alejadas a lo que ha estado ocurriendo últimamente. Y aunque es cierto que haya llegado a haber brotes verdes en algún momento, el retroceso es evidente. Hoy el equipo de Old Trafford lucha contra el pasado y el futuro, obviando que el presente es lo más importante.
En los últimos encuentros, su actual entrenador ha tratado de agitar el árbol: su 4-2-2-2, que parecía inmutable, se ha convertido en un 4-2-3-1. Los resultados siguen sin mejorar. Ahora se le atiza a Cristiano Ronaldo porque solo hace goles y ya está. Como si el mero hecho de marcar fuera poco. Se dice que no presiona, que no aporta con sus movimientos y que está lento. Acaba de cumplir 37 años y ha sostenido al equipo gran parte del año con sus tantos, especialmente en la única competición que todavía pueden ganar: la Champions League. No parece suficiente.
Mientras unos critican y otros sufren en el verde, la afición se desespera. No acabar entre los cuatro primeros sería un gran paso atrás en el proyecto a largo plazo del club. No jugar en la máxima competición continental podría significar la marcha de algunos futbolistas que poseen un talento especial. Por no hablar, por supuesto, de la pérdida de dinero y prestigio intercontinental. Para Rangnick solo sería el principio del fin. El año que viene debería convertirse en consejero de la entidad, dejando el puesto de manager a otra persona. ¿Quién le hará caso si fracasa este curso? Viendo la gestión del Manchester United en los últimos lustros la respuesta es evidente.
Imagen de cabecera: @ManUtd