Sin Djokovic y sin Federer, Rafa Nadal busca, en el Abierto de Australia, ser indomable en solitario. El balear, al filo de los 36 años, tiene ante sí una oportunidad inédita para subir el listón de Grand Slams y catapultarse como el hombre con más títulos de este rango de toda la historia del tenis. Por primera vez en toda su carrera deportiva está disputando un evento de este calibre sin el serbio y el suizo inscritos en el cuadro principal.
Además, es el único jugador del torneo que sabe lo que es ganar el primer Grande del año y, de hacerlo, se quedaría a tan solo tres de igualar a Margaret Court, la tenista que más Slams ganó de todos los tiempos (24). Tras ella, solo aparecen Serena Williams (23) y Steffi Graf (22). Eso parece una utopía vista la edad del mallorquín, pero quién sabe. Con Rafa todo parece poco.
El duopolio Nadal-Djokovic se ha extendido en 12 de los últimos 14 Grand Slams desde Roland Garros 2018. Solo el austríaco Dominic Thiem (US Open 2020) y Daniil Medvedev (US Open 2021) se atrevieron a alzarle la voz a los dos emperadores de la raqueta de prácticamente el último lustro.
Ahora, con Novak Djokovic inmerso en una polémica de talla mundial por su reciente deportación de tierras australianas, y Roger Federer lesionado, Nadal tiene el objetivo en mente aunque, como siempre, no le da mayor importancia.
Eso es más cosa de los periodistas, que siempre estamos haciendo cábalas sobre quién será el GOAT (Greatest Of All Times – Mejor de todos los tiempos). Para Rafa solo existe el día a día. Sin ser cholista, el ‘partido a partido’. Porque ahí está el secreto del éxito: en cómo trabajas el día a día para ser capaz de desplegar tu mejor forma cuando las circunstancias así lo requieren.
Nadal representa el anacronismo personificado. La reinvención constante. En Melbourne ha regresado a las mieles del título levantando un trofeo previo a la gran primera contienda, mal supeditada al trasiego de titulares por el caso Djokovic.
El 89º entorchado solo confirma que mal o bien, Nadal está, que es lo que se echaba en falta todos estos meses. El manacorí se encontraba alejado de las pistas desde que el pasado 20 de agosto anunciara que se perdía todo lo que restaba de temporada obligado por las molestias en el pie izquierdo que, tristemente, nunca se fueron desde que salieran a la luz en 2005.
“Hace mes y medio no sabía si volvería a jugar al tenis”, confesaba tras su primer partido en este Abierto de Australia 2022. “Hemos vivido muchos momentos de incertidumbre porque el pie no mejoraba. Rafa ha tenido una fuerza de voluntad impresionante”, decía Moyà en una reciente entrevista para los medios oficiales de la ATP. “Han sido los momentos más complicados desde que soy uno de los entrenadores de Rafa”, sentenciaba.
Mal o bien, Rafa está. Y ante él tiene una opción prácticamente única en mucho tiempo de lograr la gloria en esta particular carrera a tres por seguir colmando las páginas de los libros de historia quemando récords a una velocidad imposible de asumir para el resto de los mortales.
Imagen de cabecera: Australian Open