El legendario Hugo Sánchez lo llamó «el estandarte» y «el símbolo del fútbol mexicano», Ronaldinho lo calificó como «uno de los mejores» con los que jugó y Josep Guardiola explicó que «hace mejores a sus compañeros a través de su juego»: Rafael Márquez es uno de los pocos futbolistas mexicanos que se sientan en la mesa de los mejores.
Márquez, de 38 años, quedó en los focos después de que el Departamento del Tesoro de Estados Unidos lo identificara y lo sancionara el miércoles por pertenecer supuestamente a una estructura de lavado de dinero del narcotraficante Raúl Flores Hernández.
Como futbolista, lo ha ganado todo a nivel de clubes en México, Francia y España y ha sido, durante las últimas dos décadas, el líder y capitán de la selección de su país. Es el faro al que el «Tri» siempre voltea a ver cuando duda de sí mismo y hombre de confianza del seleccionador actual, el colombiano Juan Carlos Osorio.
«Rafa (Márquez) es un estandarte futbolístico, es el símbolo del fútbol mexicano, es un líder y un capitán de los que hay pocos en el mundo», expresó en su momento Hugo Sánchez. «La selección y sus equipos siempre lo necesitan», agregó.
No hay una lista de los mejores jugadores históricos de México y de su selección en las que no aparezca el defensa central que hoy lleva adelante su segundo ciclo con el Atlas, club que lo hizo debutar en primera a los 17 años.
Participó en cuatro mundiales (2002, 2006, 2010 y 2014) y es el cuarto jugador con más partidos con el «Tri». El nacido en Michoacán el 13 febrero de 1979 conquistó el título más importante de la selección hasta ahora: la Copa Confederaciones de 1999.
«No voy a ser yo quien descubra que es un jugador único, el último de su especie, se nota su influencia sobre los demás jugadores, para un defensor es extraordinario tenerlo. Siempre tiene algo para transmitirle al grupo», señaló Osorio sobre Márquez en su momento.
En la Liga española, Márquez pasó sus mejores años y dejó un gran recuerdo que trascendió los colores azulgranas. De extraordinaria técnica y una voz de mando inusual para un jugador mexicano, fue decisivo en la segunda Liga de Campeones del Barcelona en 2005, título que Hugo Sánchez nunca pudo conseguir en el Real Madrid.
«Era una persona trabajadora, honesta, humilde. Un tipo que era líder, pero no desde la palabra, sino desde su compromiso, su profesionalidad y el rendimiento espectacular en el campo», afirmó Xavi Hernández. «Fueron cinco o seis años a un nivel increíble, fantástico», puntualizó.
Ya en el ocaso de su etapa en Barcelona, Márquez conquistó otra Champions en 2009 además de levantar cuatro Ligas y una Copa del Rey, antes de irse en 2010 aquejado por sus lesiones en la rodilla, que en ese momento parecían acelerar su retiro.
En marzo, Ronaldinho sintetizó el significado que tuvo Márquez: «Uno de los mejores con los que he jugado». «Defendió los colores de su país con un gran honor y lo hizo con maestría los últimos 20 años», manifestó el brasileño.
Pero Márquez siempre tiene una vida más. Después de tres años irregulares en la Liga estadounidense, el «Káiser de Michoacán» acrecentó su leyenda con su regreso a México, donde ganó dos Ligas consecutivas con León y tuvo un gran Mundial en Brasil 2014.
«Estoy más que feliz al ver que Rafa (Márquez) sigue siendo un jugador fantástico a pesar de su edad», declaró Guardiola en 2014. «Nadie en el mundo, o tal vez alguno más, tienen la experiencia que hace mejores a sus compañeros a través de su juego», añadió.
Márquez tuvo todavía una participación testimonial en la última Copa Confederaciones en Rusia y fue más un asistente de Osorio en los banquillos.
Este miércoles, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos lo vinculó al narcotraficante Raúl Flores Hernández, por pertenecer supuestamente a una estructura de lavado de lavado de dinero.
Después de las acusaciones del gobierno estadounidense, la participación de Márquez en un eventual quinto Mundial podría haberse desplomado en su orden de prioridades.
Su idolatría y legado podrían haber sido dañadas irremediablemente. El estandarte del fútbol mexicano, inesperadamente, tendrá que disputar una batalla más. En esta ocasión, afuera de las canchas.
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