Hay canastas que permanecen en nuestra memoria eternamente. Esas que vemos en vídeos una y otra vez hasta gastar el botón de repetir de YouTube. Hablo de esos lanzamientos que se imitan millones de veces en pabellones y pistas callejeras, delante de cualquier aro. Son canastas que unen a todo el mundo, desde Ljubljana hasta Dallas, pasando por Madrid. Alguien recibe la pelota y empieza a botarla, se imagina el reloj en su cabeza y una diferencia en el marcador de solo un punto, el tiempo de posesión se está acabando, hace un step back para quitarse de encima al defensor imaginario; tres, dos, uno… game winner.
Es cierto que Luka Dončić nunca suele ser demasiado efusivo en sus declaraciones. La rueda de prensa a través de Zoom después del cuarto partido ante los Clippers no fue una excepción. “Solo intentaba lograrlo. No puedo explicar mis emociones”. Lo que Luka no sabía es que acababa de sacudir al universo NBA. Se inauguraba una lluvia de elogios de jugadores, aficionados y periodistas vía Twitter, como si la temporada se acabase de decidir. Dončić no era plenamente consciente de lo que acababa de conseguir. El niño lo había logrado. Un triple para la historia.
El prólogo
Lo cierto es que Luka llegaba al partido tocado. Se torció su tobillo en el tercer encuentro de la serie y las pruebas médicas revelaron que el base de los Mavs tenía un leve esguince con el que tendría que lidiar en el Game 4. Antes de empezar, Dončić intercambió mensajes con su compatriota Luka Rupnik. En la conversación que posteriormente compartió Rupnik en Instagram, ambos jugadores ya bromeaban con la posibilidad de emular a Michael Jordan en el célebre “flu game”. No fue exactamente igual, pero no tiene nada que envidiarle.
El tiempo muerto
La jugada con la que Luka disfrutó de su primera noche de gala de playoffs se empezó a gestar en el tiempo muerto de Rick Carlisle. Era el momento con el que cualquier joven sueña cuando empieza a jugar al baloncesto: tenía la posibilidad de decidir el partido. Mientras todos los aficionados de los Mavs se comían las uñas desde el salón de su casa, el joven Dončić se divertía jugando con un botellín de agua. Después del intenso partido y de la prórroga algunos no podían ni correr y ese cabrón se divertía con la botella como si la cosa no fuese con él.
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La posesión que decidiría el partido estaba a punto de comenzar y a Luka le tocaba bailar con la más fea. Anotar delante de Kawhi Leonard siempre suele ser una odisea, pero cuando solo tienes algo más de tres segundos para maniobrar se convierte prácticamente en una tarea imposible. El primer paso era deshacerse de la marca del último MVP de las Finales y Luka lo hizo. Cuando recibe el balón y el tiempo empieza a correr, su defensor ya es Reggie Jackson.
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Es un uno contra uno. Ha vivido tantas veces esa situación que hasta hace que parezca sencillo. Amaga con penetrar hacia su derecha para acabar ganando el espacio con un paso lateral hacia la izquierda. En la esquina se libera Seth Curry, un tirador con un 44% de acierto en triples en toda su carrera, pero el momento llevaba el nombre de Luka. Solo quedan unas décimas y tiene que lanzar.
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En un abrir y cerrar de ojos, el legendario Mike Breen ya estaba gritando su clásico “Bang, Bang” y el banquillo de los Mavericks le abrazaba en el centro de la pista. Su paso por la NBA no ha hecho más que comenzar pero acababa de lograr una de esas canastas que se incluyen en los vídeos de highlights de una trayectoria. Enfrente estaba uno de los favoritos al anillo y, sin su escudero habitual, Kristaps Porzingis, logró un triple-doble de 43 puntos. Jugó con dolor y decidió el partido de la mejor forma posible.
Hoy, Luka tiene una losa más encima. Tras la derrota de anoche los Mavs se han quedado sin margen de error y tienen que ganar sus dos próximos partidos si quieren seguir con su temporada pero, sea como sea el resultado de la serie, a Dončić ya nadie podrá arrebatarle su primera noche mágica.
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