Los
aficionados del Everton lo han pasado mal en los últimos lustros.
Más allá de no levantar un título desde 1995 o no ganar en Anfield
desde el siglo pasado, existe la sensación de que el club va a la
deriva desde hace años por una gestión sumamente mala.
Las
sensaciones, en verano, eran buenísimas. Era la primera temporada
completa del nuevo propietario –Farhad Moshiri- y el club estaba
dispuesto a gastar un dineral tras una respetable séptima plaza en
la 16/17 que les había llevado a Europa. Además se había firmado
un director deportivo, Steve Walsh, un hombre que venía con una
tremenda reputación tras ganar la liga con el Leicester fichando a
jugadores como Vardy, Mahrez o Kanté de ligas menores. 150 millones
invirtieron los de Liverpool en jugadores contrastados como Sandro,
Klaassen o Sigurdsson. En Inglaterra no solo se hablaba de entrar en
Champions. Alguien comentó la posibilidad de luchar por ganar la
Premier.
Sin
embargo, septiembre comenzó a demostrar que el Everton iba a pasarlo
mal este curso. El objetivo según Koeman era fichar muchos jugadores
que marcaran goles para sustituir a Lukaku, para que el peso no
recayera en los hombros de un solo hombre. El holandés firmó una
retahíla de mediapuntas y se olvidó de conseguir un nueve, pese a
los intentos hasta el último día de traer a Giroud a Merseyside.
Asimismo,
cabe destacar otros huecos que quedaron en plantilla, con dos
centrales que superaban la treintena y con tan solo un lateral
izquierdo –de 33 años-. El desequilibrio, a pesar de invertir
otros 50 millones en invierno, sigue siendo latente. Solo hay tres
zurdos en el equipo, tras la llegada de Mangala a última hora, y la
entidad ha tenido que tirar del recurso de Garbutt, un chico
competente pero que estaba defenestrado en el filial.
Los
aficionados tampoco perdonan la larga y dolorosa búsqueda de un
técnico que provocó conflictos con el Watford –al intentar fichar
a Marco Silva- y en la que quemaron a David Unsworth, el entrenador
del filial que había ganado el año anterior la liga con el sub 23.
Unsworth, que ama el Everton, tuvo que lidiar con unos jugadores sin
confianza y que coqueteaban con el descenso. Tras todo un mes sin
entrenador, el club confirmó a Allardyce –a pesar de que una parte
de la gente no le quería- después de descartarle dos semanas atrás.
Los
toffees, aunque parezca difícil, todavía pueden soñar con una
séptima plaza que les lleve a Europa a pesar de vivir otro curso
mediocre. Sumados en un proyecto, uno más, en el que se ha visto
como excitantes futbolistas –Sandro o Lookman- han dejado el club
como cedidos para llegar a conjuntos que han disputado Champions esta
temporada. Ahora es momento a que alguien dé el paso y explique a
los fans quien es el responsable a que, por ejemplo, el Everton haya
ganado un partido de los últimos 44 frente a clubes del Top 6.
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