Casi treinta años en el Sevilla FC. Más de media vida dedicado en cuerpo y alma al club al que ama profundamente. Una dulce y reconocida enfermedad. Monchi fue portero, delegado de campo y, finalmente, Director Deportivo. Quizá el mejor en este aspecto. Juzguen ustedes. Cogió las riendas de la dirección deportiva del Sevilla cuando apenas había dinero ni para comprar balones -como él mismo decía-, y se marcha dejándolo en una situación envidiable. El conjunto hispalense es, a día de hoy, un club fuerte. Saneado. Sólido. Asentado en la élite del fútbol español. Quizá su mayor logro, por encima incluso de todos los títulos que conquistó. Pero… ¿Qué se encontraría Monchi en Roma si finalmente escoge tan magno destino para empezar de cero? A priori, las diferencias se antojan sustanciales. El margen de mejora es infinitamente menor al que encontró en el Sevilla. La Roma ya está instalada entre los grandes de Italia, aunque, por supuesto, pesan -y mucho- los dieciséis años sin ganar la Serie A.
Es cierto que Monchi, allá cual sea su destino, pondrá, por fin, tierra de por medio entre su profesión y su devoción. Uno de los grandes factores que han provocado su anunciado agotamiento. En Roma, por ejemplo, podría encontrar cobijo en Francesco Totti, quien bien puede dar fe del sentimiento por unos colores y que, si mantiene su deseo, pondrá punto y final a su etapa como futbolista cuando concluya esta temporada. Sería el mejor cicerone. Sin lugar a dudas. Ambos saben qué es entregar una vida a una causa. Monchi quería cambiar de aires. Necesitaba descansar. Desconectar. Y la majestuosa ciudad fundada por Rómulo y Remo parece un destino propicio para renacer. Además, la Roma cumple uno de los grandes requisitos que motivan a Monchi: se trata de un gigante dormido. Un club con un potencial económico y social indudable cuya única espina es que tan solo en contadas ocasiones ha probado las mieles del éxito. Su último scudetto (tres en sus noventa años de historia) data de 2001. Mención aparte merece su alargada sombra en Europa, donde tan solo tocó el cielo en 1961, cuando conquistó la extinta Copa de Ferias.
Aficionados romanos celebran el último Scudetto, en 2001 | Claudio Villa/Allsport
El principal cometido de Monchi en la escuadra romanista sería, sin duda, aportarle un plus de calidad a la parcela deportiva para formar un proyecto netamente ganador. Mimbres sobran… y la falta de títulos duele sobremanera entre la hinchada romanista. La continuidad de Spalletti al frente del equipo parece improbable, pero el valor en general de la plantilla es notable. Hombres como Nainggolan, Salah o Dzeko son futbolistas de primerísimo nivel. Además, los experimentados De Rossi y Florenzi deberían asumir el más que complicado encargo de tapar el infinito vacío de autoridad en el vestuario que dejará Il capitano Totti. Monchi se reencontrará con Fazio y Perotti, dos de sus grandes descubrimientos -fundamental en ambos casos fue la figura de Víctor Orta, exsecretario técnico del Sevilla, actualmente en el Middlesbrough-. La capital italiana quiere serlo también del Calcio. ¿El objetivo? Igualar fuerzas con la Juventus y asomar la cabeza en Europa. Roma está dispuesta a abrir sus puertas para recibir a Monchi. Y Monchi quiere vivir una nueva experiencia allá donde pueda transformar el sino de una entidad. Blanco y en botella.