Odio el verano. Pese a ser época de vacaciones, es la estación del año que más detesto. Y no es por el calor, ni mucho menos. La razón es muy simple: la espera se hace interminable hasta que el balón vuelve a rodar. Y no soy el único que lo afirma, Nick Hornby en su excelente obra Fiebre en las gradas dice: «Me preocupa la perspectiva de morir a mitad de temporada». Puestos a escoger, nadie quiere morir entre agosto y mayo. El verano es la mejor época para pasar a mejor vida, cuando la temporada ya ha finalizado.
Porque, reconozcámoslo, las pachangas veraniegas de pretemporada no consiguen saciar nuestra sed de fútbol. Por mucho que se enfrenten dos equipos con gran cartel, no despierta el mismo aliciente que el partido del sábado a las 20:00 de la jornada 17 de Liga.
Y si no hay fútbol, de alguna manera se tienen que llenar las páginas de los diarios o los minutos de televisión y radio. Este verano parecía que con Marco Verratti tendríamos el verano cubierto de rumores. Todo parecía indicar que el italiano acabaría recalando en las filas del Barcelona. Sin embargo, el centrocampista empezó a alejarse de la órbita azulgrana pero Neymar Jr. entró en escena. El Barça ya lo intentó con Thiago Silva, Marquinhos o David Luiz y obtuvo el mismo resultado que con Verratti. Se antoja difícil desprender al rival de una de sus piezas claves cuando tiene el dinero por castigo. De la misma manera, no supuso un gran sacrificio para Nasser Al-Khelaïfi abonar los 222 millones de euros de cláusula del 11 azulgrana. Poderoso caballero es don dinero.
Pese a que Neymar ya es oficialmente jugador del Paris Saint-Germain, el humo veraniego todavía no se ha alejado de la Ciudad Condal. El Barça tiene 222 millones de euros más en sus arcas con los que deberá reforzar la plantilla y disimular el hueco que ha dejado el brasileño. Hace menos de una década, con dicha cantidad se podían hacer auténticas barbaridades, futbolísticamente hablando. Ahora, a duras penas, puede servir para fichar a dos jugadores de renombre. Los clubes son conscientes que el Barcelona tiene dinero para invertir, y mucho. Así pues, no será fácil birlar al jugador insignia del equipo de turno cuando la Liga está a la vuelta de la esquina.
Que si Philippe Coutinho, que si Ousmane Dembélé, que si Paulo Dybala, que si Kylian Mbappé. Ahora sí, pero ahora ya no. Cuidado que se acerca, pero al día siguiente ya se ha alejado. «Se queda», pero al final se va. Basta ya.
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