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Fútbol femenino

Gracias, Priscila

“Y colorín colorado, este cuento se ha acabado”. Con estas palabras se despide Priscila Borja de su brillante carrera como futbolista. Un cuento de hadas, pero no exento de dragones y mazmorras. Y con numerosas páginas, lo que dan de sí 20 años de travesía al servicio del fútbol femenino español. Desde el Hispalis hasta el Madrid CFF, la de Alcalá de Guadaíra siempre ha dejado su huella. Y la seguirá dejando.

Nunca quisimos que llegara este día, y viendo su espectacular rendimiento, parecía que podía retrasarse más todavía en el tiempo. Ella, que pasó de deambular por los equipos más humildes (de Sevilla a Huelva, pasando por Extremadura o Sabadell) a hacer historia como máxima goleadora del Atlético de Madrid, ha afrontado su mayor reto a las puertas del final. Su retirada estaba decidida hace un año, el último de los tres que había pasado en el Betis. Pero lo dura de la temporada, rondando el descenso, y que se paralizara la competición por la pandemia, le hizo cambiar de decisión. Ese desangelado final no podía ocupar la última página de su historia.

Así que afrontó, a sus 35 años, un desafío sinigual. Fichó por el Madrid CFF, un club humilde pero muy ambicioso, y se encontró en pretemporada en unas condiciones poco aptas para desarrollar su mejor fútbol. “Decidí darme una oportunidad. No sabía cómo iba a estar, no por la edad, que es solo un número y no tiene nada que ver, sino por haber estado siete meses parada. Empecé mal, evidentemente”, nos reconoció Priscila hace unos meses. Tuvo que ponerse en forma, recuperar masa muscular, y poco a poco recuperó el ritmo y la intensidad a la que nos tiene acostumbrados. Porque la calidad y el olfato no se perdió, ni siquiera jugando más retrasada en el campo. A falta de una jornada por disputar, ha marcado ocho goles y también ha sido decisiva repartiendo asistencias, formando un tridente letal junto a Valeria y Geyse.

Sus dos últimos goles no los olvidará nunca: un zapatazo desde la derecha ante el Real Madrid en la prórroga para meter a su equipo en semifinales de la Copa de la Reina, y un gol de pilla en el primer minuto del partido ante el todopoderoso Barça, presionando a la guardameta azulgrana y aprovechando el error. Dos tantos ante los dos mejores equipos de la Primera Iberdrola, ambos muy distintos pero que definen a la perfección lo que es y ha sido Priscila Borja sobre el campo. Fuera de él, ha sido incluso más líder. Uno no sabe si la delantera andaluza ha hecho más por este deporte en España por su sacrificio en el césped que luchando por lo que ha considerado justo fuera de él, aun a riesgo de sufrir represalias.

Reivindicativa como ninguna, Priscila no se muerde la lengua y a lo largo de su carrera no ha dudado en luchar con uñas y dientes por los derechos de las futbolistas. Fue precisamente una de las jugadoras que encabezó la revolución que provocó la salida de Ignacio Quereda de la selección tras el Mundial 2015, algo que le costó no volver a ser convocada por la Roja. “Muchas hemos hecho lo que creíamos que era mejor por el bien de nuestro deporte. A las jugadoras que nos mueve la justicia social no nos podemos quedar de brazos cruzados. Y animo a las más jóvenes, sobre todo a las que tienen carácter, que sigan, que luchen por lo que quieren y por este deporte tan bonito que no podemos dejar en manos de nadie. Somos las actrices y tenemos que dar el do de pecho”, nos remarcaba.

A Priscila se le quedó marcada una frase que le dijo un directivo de la RFEF durante el Mundial de 2015 en Canadá, el primero que jugaba la Selección española femenina absoluta. “Tenéis que dar las gracias porque estáis haciendo vuestro hobby”. Desde entonces ha peleado hasta las últimas consecuencias por mejorar el fútbol femenino español, y a ella, como a tantas otras, se le puede atribuir parte del mérito de haber conseguido un convenio colectivo primero, y la profesionalización de la Primera División femenina después. Aunque ha aprobado las oposiciones de policía, estamos seguros de que va a seguir luchando por el futfem de una forma u otra, aunque sea al otro lado de la barrera. “Siempre que pueda estar involucrada y me lo permitan, voy a hacer lo que esté en mi mano”.

El legado que deja es incalculable. Priscila es una pionera que pasó de jugar en campos de tierra a vivir un derbi sevillano en el Benito Villamarín ante más de 23.000 personas. Una goleadora que nunca se cansó de marcar, y una guerrera que nunca se cansó de luchar. Una mujer altruista que amó tanto este deporte, que luchó por él con todas sus fuerzas, aun sabiendo a lo que se exponía. Por eso, el día de su despedida, la palabra ‘GRACIAS’ inunda sus calurosos mensajes. “Gracias por abrir y enseñar el camino”, dice Amanda Sampedro. “Fuiste, eres y serás siempre ejemplo de todo”, dice Marta Carro. “Abriendo camino y luchando por la igualdad y la mejora del futfem”, dice Ana Romero ‘Willy’. “Felicidades por la trayectoria y por todo lo que nos has dado”, dice Ruth García. “Una de las jugadoras y personas que marcaron mi camino cuando empecé. Gracias por todo AMIGA”, dice Vicky Losada. “20 años de carrera siendo fiel a unos valores que te definen, abriendo y señalando el camino para conseguir un fútbol femenino más justo y profesional. Gracias Leyenda”, dice Ana González. “Siempre has sido y serás un referente para muchísimas personas, por tus valores y por tu humildad”, dice María Pry. “Pocas como ella para exigirte, exigirse y sobre todo, para dar siempre la cara”, dice Cristina Auñón.

Y así una lista interminable. Desde aquí, gracias también. Por tus 20 años de servicio al fútbol femenino español, pero sobre todo por no conformarte nunca, por ser la voz que defiende los derechos de las futbolistas. Por hacer posible el sueño de aquellas niñas que en el futuro formarán parte, quizá, de la mejor liga del mundo. Por demostrar que nada es imposible.

Gracias, Priscila.

Contenido patrocinado por Iberdrola

Imagen de cabecera: @MadridCFF

Alicante, 1991. Mi madre siempre me decía: "No sé por qué lloras por el fútbol, sino te da de comer". Desde entonces lucho por ser periodista deportivo, para vivir de mis pasiones (y llevarle un poco la contraria).

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