Una de las cosas que la actual Bundesliga ha dejado en claro es que la superioridad de clubes como Bayern o Borussia Dortmund está siendo cuestionada. Tanto es así, que el conjunto bávaro ha tenido que cambiar de entrenador y por el Signal Iduna Park han llegado rumores de posibles cambios. Y eso que aún no hemos cumplido el primer tercio de la temporada, que ya está cerca de superarse. La liga se ha igualado más, hay equipos capaces de sacar muy buenos resultados ante los dos transatlánticos e, incluso, alguno ya les está cogiendo algo de ventaja.
El líder es el Borussia Mönchengladbach, un equipo que tuvo su década prodigiosa hace mucho tiempo y que no ha conseguido volver a ser que fue en la época de Heynckes, Bonhof, Stielike y compañía. Ahora, capitaneados por un técnico nuevo con las ideas claras, son un líder sólido, que parece que flaquea en ocasiones, pero al que, si le dejan la mínima opción de ir hacia la portería rival, van sin contemplaciones. Eso les ha inculcado Marco Rose, el que fuera discípulo de Klopp, Tuchel o Martin Schmidt en su etapa en el Mainz 05, tuvo que volar en solitario como técnico en su ciudad, en un histórico como el Lokomotiv Leipzig. Para comenzar bien, había que ir desde abajo.
Sin embargo, el éxito de Marco Rose no se forjó en su ciudad natal, sino en otro país. En la factoría Red Bull le escogieron para dirigir a la plantilla juvenil del RB Salzburg, para ir formando jugadores. Rose tuvo tanta suerte o hizo tan bien su trabajo, que ganó la Youth League, la Champions para los equipos Sub-19. Aquel año fueron la sorpresa y, su técnico, el billete para entrenar al primer equipo y mantenerlo en lo más alto del fútbol austriaco.
El
pasado verano le llegó la oportunidad de entrenar en las grandes ligas, en un
club como el Gladbach, que llevaba tiempo siendo uno de los del segundo escalón
y, en ocasiones, el tercero. Rose se llevó consigo a Stefan Lainer, para
reforzar la banda diestra, e incorporó, entre otros, a su nueva plantilla al
que iba a ser el sustituto de Thorgan Hazard. Dicho recambio, Marcus Thuram,
tiene ante sí el reto de hacer que su apellido no le pese y, de momento, ha
cumplido, convirtiéndose en una de las grandes revelaciones de la liga. El
“Hijo de Lilian” no se parece en nada a su padre. Mientras uno fue defensa, el
otro es extremo o delantero, muy rápido y desequilibrante. El complemento
perfecto para la otra referencia, su compatriota Alassane Pléa, con el que
forma una de las parejas de ataque más temibles de la liga, reforzada en
ocasiones por la presencia de Breel Embolo o Patrick Herrmann.
Este
Gladbach tiene algo y no es solo el ataque. El equipo está bien seguro atrás,
con gente con experiencia, incluso en torneos internacionales. Los Sommer,
Elvedi, Ginter, Wendt, se puede decir que ya juegan casi de memoria, puesto que
llevan unos cuantos años juntos. Rose ha conseguido armonía, unión y buen
trabajo. Jugadores sin muchas estrellas, pero que aportan mucho músculo, un
juego vistoso y con mucha presencia en ataque, con velocidad y descaro. No es
nada extraño el ver que, de los treinta y tres puntos en juego, los Potros
hayan perdido solo ocho, repartidos en un empate y dos derrotas. El resto,
victorias. Aunque en Europa ha ido de menos a más, Rose tiene claro que la
filosofía del siempre combativo FC Salzburg se la mostrará a sus nuevos
pupilos, para que puedan hacer algo importante que les haga igualarse, al menos
un poco, al Borussia de aquellos años 70 que dominaba Alemania junto al Bayern
o metía miedo en el viejo continente.
El
de este año no es el mismo que el de hace cuarenta, pero si en algo se parecen,
aunque sea un poco, es en la emoción que provocan, la ilusión que despiertan,
el recuerdo de un pasado que fue glorioso y que, ahora, puede volver a brotar,
aunque sea en pequeñas dosis. Para ello, Marco Rose ha resultado ser el técnico
perfecto, que vino con las expectativas altas, los apuntes cogidos de sus
técnicos y la frescura de alguien que desea, sobre todas las cosas, causar una
buena impresión en su primera exposición ante el gran público.
Puerto de la Cruz (Tenerife), 1983. Bloguero en fase de evolución. Amante del fútbol global, blanquiazul de corazón y rossonero por aficción a este señor deporte. Conocido en el mundillo como "Humilde Aficionado". El balón, nuestro mejor amigo.
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