Álex JIMÉNEZ. – El Southampton está a una semana de cerrar la mejor temporada de su larga historia. O eso dicen los números. Por primera vez, el conjunto de la ciudad del sur de Hampshire ha llaegado a los 55 puntos en la Premier League. Números nada despreciables, dignos de elogio, y de los que gran culpa tiene su entrenador, Mauricio Pochettino.
Discípulo de Marcelo Bielsa, Pochettino se ha ido poco a poco metiendo en el bolsillo a la afición Saint desde su llegada, en enero de 2013, cuando tomó el complicado relevo en el banquillo de Nigel Adkins, el hombre que había devuelto al Southampton al primer escalón inglés.
Por aquel entonces, el equipo coqueteaba con el descenso, pero el técnico argentino logró mantenerle en la élite y armar un bloque que, sólo 15 meses después, forma uno de los equipos de moda del fútbol inglés. Un equipo con mucho futuro, con una plantilla y un once inicial repletos de jugadores que ascendieron al equipo, primero a Championship, y luego a la Premier.
Por ello, el principal objetivo de la directiva del St. Mary's es cerrar cuanto antes la continuidad del entrenador de Santa Fe, con contrato hasta el próximo verano, para mantener la dinámica positiva por la senda del éxito. Pero la premisa no es fácil, ni mucho menos.
En la retina están los hechos ocurridos el pasado 15 de enero cuando, ante el desconcierto de todos los aficionados Saints, el director ejecutivo del club, Nicola Cortese, estandarte del Southampton Way y principal valedor de Pochettino, decía adiós al equipo al que había devuelto a la flor y nata del fútbol inglés, tras unas desavenencias con la propietaria, Katharina Liebherr. Sucesos que serían solo un aperitivo de lo que ocurriría una semana después, cuando Dani Osvaldo, llegado en verano a la ciudad del Titanic por petición expresa del técnico, y fichaje más caro de la historia del club, le rompía la nariz a un emblema del vestuario como José Fonte en un entrenamiento y se autoexpulsaba del equipo. Dos acontecimientos que marcaron y mucho al preparador argentino y que muchos auguraban pondrían fin a su etapa en el banquillo.
Pero no fue así. El técnico supo sobreponerse a la situación y apelar a la unidad del grupo para su reorganización. La jugada le salió redonda. Ahora, la realidad es que los jugadores respaldan totalmente a la figura del técnico, y confían en sus ideas para formar un Southampton de mucho porvenir. Así lo han manifestado jóvenes valores, tales como Chambers, Ward-Prowse, Shaw o Gallagher, pero también pesos pesados del vestuario, tales como Boruc, Fonte, Schneiderlin, o el propio capitán Adam Lallana, que esperan poder seguir a las órdenes del argentino en la ciudad que les ha visto hacerse grandes como futbolistas.
Por otro lado, no hay que olvidar que el buen trabajo de Pochettino no ha pasado inadvertido lejos de Southampton, y su nombre ha quedado vinculado en las últimas fechas a banquillos de deprestigio como puedan ser los de Tottenham, Paris Saint Germain, Milan o Mónaco.
Palabras mayores, cantos de sirena que desde Southampton esperan que sean solo eso, para poder blindar a su entrenador y formar sobre él un proyecto que pueda aspirar a cualquier cosa a medio plazo.
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