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Pioli allana el camino

Si el regreso al Milan de Zlatan Ibrahimovic ha supuesto un arreón anímico y caracterial de un evidente e inmediato impacto en toda la plantilla, el cambio de sistema del 4-3-3 anterior al marcado 4-4-2 actual que Stefano Pioli ha llevado a cabo desde la llegada del astro sueco ha hecho el resto. Con el tino, la funcionalidad y la coherencia de la nueva estructura táctica, el equipo rossonero ha ido recuperando un valioso puñado de fortalezas futbolísticas con las que ir retomando la mínima altura competitiva que exige el escudo y, como consecuencia, ha logrado escalar posiciones en la Serie A para situarse en disposición de atacar definitivamente los puestos que dan acceso a Europa.

El rasgo distintivo de Pioli como entrenador es sin duda la búsqueda de una aguda verticalidad a todo campo y las particularidades del 4-4-2 que ha erigido son a priori idóneas para ello. El renovado esquema promulga una superioridad exterior constante, especialmente en la banda izquierda, donde los 2vs1 y los 3vs2 son permanentes. Además, debido a la tendencia interior de sus volantes (Bonaventura, Çalhanoglu o Castillejo), sumada a la alta capacidad para dividir o saltar la presión a través de conducciones individuales que además de ellos también poseen el más importante con balón de los dos mediocentros (Bennacer), el segundo punta (Leao o Rebic) y el lateral izquierdo (Theo Hernández), el Milan está explotando a las mil maravillas los pasillos por todo el frente ofensivo.

La nueva disposición es más adaptable a las principales características de sus jugadores, ha recuperado a Rebic al menos como factor revulsivo, y lo que es aún más importante: da todavía más facilidades a Theo para profundizar con y sin balón, incluso a través de los espacios intermedios que se generan entre lateral o carrilero y central o entre los dos centrales de su zona, ya que está siendo un arma ideal para desarbolar los 3-5-2 cuando le toca afrontarlos, gracias a su habilidad para atravesar esos pasillos y a la libertad interior que le está dando Pioli. Y es que el francés, elemento más determinante del Milan este curso por su vocación a menudo inconsciente para entender el juego hacia adelante, está volando con tanta acumulación en su zona de efectivos, apoyos, movimientos de arrastre o pasadores para activarlo con aperturas amplias o asociaciones en corto.

El discurso táctico seguramente se ha simplificado y como suele pasar con equipos que viven grandes dificultades a mitad de temporada, el rendimiento colectivo ha mejorado sensiblemente en relativamente poco tiempo. En este sentido, la estructura en 4-4-2 también se mantiene más o menos intacta en fase defensiva, donde la mejora también se ha dejado notar a través de unos principios sencillos y prácticos. Los volantes cierran los costados y aunque uno de los mediocentros suele descolgarse para acudir a la presión adelantada sobre los primeros pases del rival para tratar de ensuciarlos, después el equipo se organiza en un bloque medio-bajo bastante efusivo en su repliegue y que presta especial atención a reducir los espacios existentes entre sus dos primeras líneas de cuatro integrantes.

Obviamente, este 4-4-2 rossonero, que intenta ser tan punzante en ataque, también tiene sus limitaciones, especialmente a la hora de controlar, gestionar y amansar los ritmos del partido para no convertirlos en un constante ida y vuelta. Aun así, el Milan también ha añadido con Ibrahimovic un recurso muy valioso en este tipo de ataques que parten desde un bloque bastante bajo y con muchos metros por delante, debido a la capacidad del sueco para activar de espaldas al segundo punta y la segunda línea en general y que puedan asomarse al balcón del área o rellenar la zona de gol en busca del remate en el punto de penalti llegando desde atrás (Krunic, Kessié…) tras una descarga suya al costado, que siempre sirve como prolegómeno a que él mismo se sume a la búsqueda del último toque decisivo allí mismo, donde sigue siendo un foco permanente de peligro por su pegada e intimidación.

Ese tipo de jugadores tan técnicos pero con una mentalidad vertical que pueblan el plantel rossonero también permiten a Pioli amenazar en este tipo de transiciones más largas de una forma un poco más elaborada que buscando a su nueve de espaldas en zona de tres cuartos. El Milan está logrando desplegarse muy rápidamente no solo por medio de Theo, sino también gracias a la labor de Castillejo y de Leao o Rebic para estirar por fuera en el tercio superior. Con su amplitud, hacen que fluyan los movimientos interiores sin balón e incentivan la profundidad que Pioli siempre busca. Mientras tanto, Andrea Conti o Davide Calabria suelen ser el elemento de seguridad, ya que esperan para cerrar con los centrales por derecha, en otra disposición más para potenciar a Theo Hernández al otro lado y con la que sujetar un doble pivote que tiene que ocuparse defensivamente de una porción de terreno seguramente demasiado amplia si desdoblasen a Castillejo como norma.

Esta particular forma de hacer llegar el cuero y de sumar efectivos a la mitad rival suele nacer a partir de los movimientos incisivos precisamente de Theo Hernández, ya sea en posiciones más retrasadas y estáticas con la pelota al pie, o buscando el cambio de orientación hacia sus desmarques a la espalda del extremo, carrilero o lateral. Theo es una salida segura, profunda y amenazante por sí mismo, que genera espacios para progresar de forma individual y por ello es la referencia para sus compañeros también para penetrar en el tercio final, el dinamizador en el lado fuerte del sistema y el motivo por el que tantos efectivos se suman en esos metros para generar pequeñas sociedades y fijaciones que puedan abrir caminos al gol para que el ex del Alavés y Real Madrid consiga abrirse paso con el machete que suponen sus conducciones y carreras al espacio liberado.

Una vía simple para salir desde atrás, que no requiere de grandes complejidades tácticas, y con la que Pioli está solventando los problemas que está teniendo su equipo en la fase de inicio cuando quiere erigir la primera instancia de la construcción de su juego con más detalle y el rival le propone una presión alta. Si quisiera, el Milan podría hacerlo perfectamente a través de Bennacer, un perfil que supone un apoyo, un escalón y un ofrecimiento constante y preciso para los centrales, con giro, arrancada para saltar presiones y dividir y un gran pase filtrado en vertical; pero ahí tiene menos potencial como colectivo y necesitaría invertir un tiempo que a mitad de curso ni Pioli tiene, ni seguramente supusiese una buena idea teniendo en cuenta el rendimiento que están dando otros jugadores más enfocados en transitar y devorar metros, los que más están definiendo a este Milan, los que en definitiva marcan el estilo que más gusta al técnico parmesano.

Menos es más en muchas situaciones futbolísticas, un lema que resulta crucial cuando las dificultades parecen enquistarse en un club a mitad de curso y desde la directiva se decide dar un giro de volante cambiando al entrenador. En el caso del Milan, nombres como los de Ibrahimovic, con su calidad en las descargas y su peso en el remate dentro del área, o el de Theo Hernández están haciendo de esa máxima su causa para elevar al equipo a un nuevo horizonte. En resumen, este Milan de Pioli por fin está demostrando una notable coherencia con su plantilla y con las virtudes de sus jugadores más diferenciales. Veremos cuál es el techo real de esta nueva idea de juego más allá de la convulsión táctica que ha supuesto la reacción de su entrenador y la inyección espiritual que ha provocado el regreso de Ibra, pero los rossoneri han vuelto a ser competitivos en esa convergencia de caminos. Los próximos dos meses serán decisivos para averiguar hasta qué punto.

Sevilla. Periodista | #FVCG | Calcio en @SpheraSports | @ug_football | De portero melenudo, defensa leñero, trequartista de clase y delantero canchero

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