Wolframio, diamante, londsdaleíta, grafeno y carbino. Y como novedad y testado en la escala de Mohs, el Real Mallorca. La lista de los materiales más duros y resistentes del planeta suma sede en la isla. La prospección arroja datos sorprendentes. 17 partidos invicto. 14 porterías a cero. 5 triunfos consecutivos. Un púlpito desde el que reclama la voz que le niegan. Un fútbol que acalla a los fantasmas.
Lo tenebroso de un descenso en mitad de una pandemia sugiere caos, hendidura emocional y hemorragia complicada. Primer partido y pifia en casa… mano de santo. Luis va camino de Don, pero de aquellas tiró de pico y puso a cada elemento en su lugar. Conglomerado constituido para resistir al desprecio y alimentarse de la ignorancia ajena.
Reina en portería un tipo de geriátrico, ja. Un agujero negro en banda izquierda, lado brillante de la vida, que diría Brian. Sa Bala o Gámez, bah, sólo atacan. Y las torres, simétricas e inmóviles, caducas y permeables… ¡ya!
En el medio son bajitos, se van a dejar pisar. Les falta músculo, del de volumen. Soplas y Ruiz y Febas se fueron. El canoso ya no está para estos trotes y el tigre ya no es fiero porque le falta colmillo. El que vuelve de cesión achantado y sin personalidad. Y el pibe, no interesa, no quiere jugar con la Roja.
Los bandas vienen despechados y con la moral carcomida. Unos por descender, otros por las lesiones y otros por la presión, no tiran. Y bueno, la alegría del gol, que brilla por su ausencia. Déjense bigote, a ver si funciona.
Y así, del material rico en desconocimiento y cinismo ha crecido la arquitectura de Plaza. Sin grietas. Sin opción a la ralladura. Algo que empezó siendo duro y ahora deja embobado al que lo observa. Motor de la crítica. Arte de tapar bocas.
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