Este 1 de diciembre, se cumplen dos años de la compra oficial de Meriton Holdings (empresa de Peter Lim) del accionariado para hacerse dueño del Valencia Club de Fútbol.
Su llegada fue vista con buenos ojos por gran parte de la hinchada. El valencianista se veía con la posibilidad de ser un Manchester City o un PSG. Manera coloquial de decir que se entendía que se dejaría de vender a los buenos para invertir en jugadores aún mejores con tal de llegar al primer panorama internacional. De hecho, se llegó a decir que el sueño de Lim era forjar un equipo que pudiera pelear de tú a tú frente a los grandes.
Pues bien, perderíamos el tiempo pensando todo lo que se aseguró a su llegada. Tras dos temporadas y media al mando, se ha vendido a Otamendi, André Gomes, Mustafi o Alcácer y la mayor parte de las inversiones han tenido un resultado no esperado. Difícil batallar contra los grandes desprendiéndose de este tipo de jugadores y sin dar síntomas de parar la hemorragia. Cancelo apunta a que será el siguiente en preparar las maletas.
Adiós a Valencia | Getty
En estas últimas semanas, el concepto Mannequin Challenge se está popularizando. Cada vez es más común ver famosos o equipos de fútbol grabando vídeos en los que, básicamente, dejan de hacer lo que estaban haciendo, como si fueran maniquíes, con la canción Black Beatles de fondo. Explicado esto, no se me ocurre mejor manera para definir la actitud actual de Peter Lim. El dueño del Valencia está en modo Mannequin Challenge.
Resulta utópico imaginar que volverá a Valencia en pocas semanas y, todavía más, que hará alguna declaración. La última y única vez que se le pudo oír fue a través de la televisión oficial y con un discurso muy breve. Quizás viniendo y demostrando que el club realmente le importa sería un gran primer paso.
Sus errores deportivos están llevando al Valencia a la deriva. Su manera de elegir entrenadores ha sido uno de los puntos negativos y más perjudiciales. Los aficionados cada vez se ven menos identificados con el club y su estructura. Las soluciones brillan por su ausencia porque la inacción es la única de las acciones. Y, sobre todo, se está perdiendo la ilusión desbordante con la que este proyecto daba sus primeros pasos.
El valencianismo se ha visto desprovisto de figuras representativas. No hay ningún directivo que pueda dar su valoración después de los partidos o pueda ser el conector entre afición y club. Se puede llegar a caer en la indiferencia. Y eso, sin duda sería el peor de los estados. Ese momento en el que se dejan de sentir las victorias o derrotas. Esperemos que eso no ocurra.
Lim sigue estando a tiempo de parar la canción Black Beatles y reaccionar.